Imagen de las protestas en Charlotte. | MIKE BLAKE

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Cientos de personas protestan en las calles de una militarizada Charlotte (EE.UU.) en la tercera noche de manifestaciones raciales pese a que rige un toque de queda decretado después del fallecimiento del hombre herido de bala este miércoles.

Las protestas del jueves fueron menos violentas que las de los dos días anteriores, pese a que la Policía lanzó gases lacrimógenos para dispersar a algunos de los manifestantes y que dos agentes fueron atendidos después de que les rociasen con un agente químico, de acuerdo con información del cuerpo.

Este jueves, las calles de Charlotte estaban llenas de soldados y blindados de la Guardia Nacional después de que el gobernador de Carolina del Norte, Pat McCrory, decretase el estado de emergencia tras dos noches de fuertes disturbios.

Al estado de emergencia se le unió el toque de queda que decretó hoy alcaldesa de Charlotte, Jennifer Roberts, a partir de la medianoche (04.00 GMT) y hasta las 06.00 hora local (10.00 GMT) ante la tercera noche de protestas, una medida que «estará en vigor cada día» hasta que concluyan los disturbios.

«Se prohíbe desplazarse por la calle, callejón, carretera o cualquier otra propiedad pública, excepto aquellos que estén buscando asistencia médica, comida o servicio necesario para el bienestar de sí mismos o sus familias», señala la proclama.

La Policía, de todos modos, informó pasada la medianoche que no impondrá el toque de queda mientras la protesta sea pacífica.

Antes de decretar el toque de queda, la alcaldesa supo que el joven herido de bala este miércoles durante los disturbios falleció en el hospital.

Además del muerto, los disturbios han dejado numerosos heridos y medio centenar de detenidos.

Las protestas estallaron el martes después de que un policía matase a tiros al afroamericano Keith Lamont Scott, de 43 años, en el aparcamiento de un edificio de apartamentos mientras esperaba que su hijo regresase del colegio para recogerlo.

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La Policía acusó a Scott de ir armado -en un estado en el que llevar una pistola es legal si se tiene permiso- y de suponer una «amenaza de muerte inminente» para los agentes, un relato que familiares y testigos rechazaron.

Los familiares de Scott, precisamente, tuvieron hoy acceso a los vídeos del suceso grabados por policías y pidieron que las imágenes se hagan públicas «inmediatamente».

El jefe de la Policía de Charlotte, Kerr Putney, dijo al diario The Charlotte Observer que, según lo que él pudo ver en las imágenes del vídeo, la actuación del agente Brentley Vinson, autor de los disparos, estuvo justificada.

Una postura compartida por la alcaldesa Roberts.

El abogado de la familia, Justin Bamberg, afirmó por su parte que de acuerdo con lo que pudieron observar en la cinta Scott no muestra signos de agresividad y no se aprecia si empuña un arma, como aseguraron los uniformados en su reporte.

El representante legal de la familia indicó que en las imágenes, tomadas por las cámaras de los agentes, es «imposible distinguir» lo que Scott sostiene en sus manos, si es que portaba algo, pero cuando fue abatido tenía las manos en sus costados y «caminaba lentamente hacia atrás».

Ante la diversidad de opiniones, la familia pidió al Buró Estatal de Investigación de Carolina del Norte (SBI) que investigue lo sucedido y esta agencia informó que comenzó sus pesquisas y determinará si el agente que disparó es imputado o no.

Mientras en Charlotte siguen las protestas, en Tulsa (Oklahoma), también en el ojo del huracán por un caso de presunta violencia policial, el fiscal del condado presentó cargos contra una agente acusada de haber disparado contra un afroamericano desarmado.

La Fiscalía de Tulsa anunció que Betty Shelby, una agente de policía blanca, tendrá que enfrentarse a un cargo de homicidio en primer grado por la muerte de Terence Crutcher, un hombre de 40 años al que se le averió la furgoneta en una zona boscosa de la ciudad, lugar en el que fue abatido.

Las muertes de Crutcher y Scott se enmarcan dentro de los episodios de tensión racial que ha vivido Estados Unidos desde hace dos años, especialmente tras la muerte en Ferguson (Misuri) en agosto de 2014 del joven negro Michael Brown.