Imagen de archivo de Ehud Olmert. | DEBBIE HILL/POOL

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El Supremo israelí refrendó este martes la decisión de un tribunal de distrito de enviar a prisión al ex primer ministro Ehud Olmert, aunque redujo su condena de seis años a 18 meses tras eximirle del principal de los delitos de soborno.

La sentencia en firme fue dictada por cinco jueces del Tribunal Supremo de Israel, en el que es hasta ahora el mayor caso de corrupción relacionado con el urbanismo en el país y en el que estaban involucrados trece acusados, algunos de ellos convertidos después en testigos de cargo.

Olmert, que había dejado la jefatura del gobierno a finales de 2008 a raíz de otros casos de corrupción, entrará en prisión el 15 de febrero tras imponerle los jueces una condena de 26 meses, de los que 18 son de prisión efectiva y por tanto ineludibles.

«Nunca se me ofreció ni tomé soborno en nada ni de nadie. Respeto el veredicto, pero antes de leerlo no quiero hacer comentarios», afirmó minutos después de conocer el fallo, en la sede de la Corte Suprema.

En declaraciones al Canal 10 de la televisión, agregó que es «un momento duro» para él, pero aun así: «estoy satisfecho de que en el principal delito del caso Holyland, el tribunal haya sentenciado que soy inocente», subrayó.

Se trata de un soborno de unos 500.000 shékels (unos 120.000 euros o 129.000 dólares) relacionado con el mayor proyecto de construcción de las últimas décadas en Jerusalén, una atalaya de miles de viviendas de alta gama situada donde una vez estuvo un popular hotel denominado Holyland, con una famosa maqueta de la antigua Jerusalén trasladada luego al Museo de Israel.

El proyecto fue promovido mientras Olmert era alcalde de Jerusalén (1993-2003) y para obtener permisos especiales de construcción y exceder los metros construibles aprobados en un principio, los promotores recurrieron al soborno de varios funcionarios municipales.

Olmert, y los otros siete acusados que hoy esperaban respuesta del Supremo en el mismo caso, han sido eximidos del soborno de 500.000 shékels por la muerte prematura de uno de los testigos de cargo antes de ser interrogado por la defensa.

Sin embargo, el ex jefe de Gobierno ha sido condenado por otro delito menor, el de un soborno de unos 60.000 shékels (14.285 euros o 15.450 dólares).

Se trata aquí de una suma que recibió en un sobre a través de su fiel secretaria personal Shula Zaquen, que tras años de interrogatorio le delató a las autoridades fiscales al ver que, de lo contrario, toda la culpa recaería sobre ella e iría a prisión por un largo tiempo. Con ello, Olmert dijo hoy «sentir alivio de que esa nube negra sobre mi se haya disipado», aunque reconoció que es «un momento duro».

El pliego de acusación en el caso Holyland fue presentado en enero de 2012, mucho después de que dejara la jefatura del gobierno por otros cuatro casos de corrupción, uno de ellos pendiente también de sentencia firme en el Supremo el mes que viene. Por este expediente, conocido como «caso Talansky», por el nombre del empresario que supuestamente lo sobornó, Moshé Talansky, el ex primer ministro podría ir a prisión otros ocho meses.

Aunque otros ex jefes del Gobierno israelí, entre ellos Benjamín Netanyahu en su primer mandato (1996-1999) y Ariel Sharón (2001-2005), han llegado a fases avanzadas de investigación por supuesta corrupción, el de Olmert es el primero que acaba en una condena firme de los tribunales.

Tras una amplia trayectoria en el conservador Likud y diez años como alcalde de Jerusalén, Olmert abandonó en 2005 ese partido para adherirse a la formación centrista Kadima fundada por su mentor político (Sharón) y hoy ya desaparecida.

Los primeros indicios de corrupción contra Olmert estallaron en coincidencia con un relanzamiento de las negociaciones de paz con el presidente palestino Mahmud Abás, lo que sumado a la ofensiva militar israelí en Gaza «Plomo Fundido», iniciada el 27 de diciembre de 2008, pusieron fin a las tratativas.

Desde entonces la derecha nacionalista encabezada por Netanyahu y sus aliados del nacionalismo religioso han tomado las riendas del poder en Israel, en detrimento de un centro político y una izquierda que no consiguen levantar cabeza.