Un hombre con una bandera de Grecia camina por la plaza Syntagma con el parlamento al fondo. | Reuters

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Grecia celebra este sábado la jornada de reflexión que anticipa a las elecciones generales, tras una campaña electoral extremadamente polarizada, que han protagonizado Syriza y Nueva Democracia, los dos partidos que previsiblemente se disputarán el Gobierno.

Un total de 9,8 millones de electores griegos están convocados a acudir mañana a las urnas a partir de las 07.00 hora local (05.00 GMT) cuando abrirán los colegios electorales, que cerrarán a las 19.00 hora local (17.00 GMT).

La salida de Grecia de la eurozona y la negociación del programa de rescate con la troika de acreedores han tenido un papel destacado en el argumentario de los dos principales rivales, el izquierdista Alexis Tsipras y el conservador Andonis Samarás.

Si bien Samarás ha insistido en que Syriza llevará el país a la bancarrota y lo ha acusado de querer sacar a Grecia del euro para convertirla en una segunda «Venezuela o Corea del Norte» con planes de nacionalización y de eliminación del programa de privatización emprendido por su Ejecutivo, Tsipras ha asegurado que garantizará la estabilidad económica y la permanencia en la zona euro.

Las últimas encuestas conocidas ayer -la ley electoral permite la publicación de sondeos hasta 48 horas antes de los comicios- aumentan la distancia entre Syriza y Nueva Democracia, pues otorgan a los de Tsipras una ventaja de entre cinco y diez puntos sobre los conservadores.

Con un porcentaje alto de indecisos que va del 9 % al 18 %, el objetivo de las dos principales formaciones es reunir el apoyo de los indecisos en el centro; los izquierdistas quieren convencer a los proeuropeos críticos con el programa de la troika, mientras los conservadores pretenden atraer al centroderecha que teme que una victoria de la izquierda pueda poner en peligro la economía.

La participación en las citas electorales suele ser muy elevada. En las pasadas elecciones generales la tasa fue de más del 62 %, pues la ley electoral establece que el voto es obligatorio en Grecia y solo están exentos los mayores de 70 años y los que viven a más de 200 kilómetros de su circunscripción electoral.

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En caso de no acudir a votar se establecen una serie de sanciones, que van desde un mes a un año de cárcel, que en la práctica no se aplican.

Quizás la peculiaridad más llamativa del sistema electoral griego es el «regalo» de 50 escaños (en un Parlamento con 300) que obtiene el partido más votado, lo que de facto implica que no se puede formar Gobierno sin el partido ganador.

Samarás cerró ayer la campaña con un mitin en un polideportivo de las afueras de Atenas, donde estuvo arropado por unos 5.000 seguidores.

El primer ministro en funciones aseguró que el Gobierno terminará antes de finales de febrero las negociaciones con la troika de acreedores y que, una vez concluida la evaluación del programa de rescate, Grecia recibirá el crédito reforzado acordado con los socios y se beneficiará de la compra de bonos anunciada el jueves por el Banco Central Europeo (BCE).

Tsipras, por su parte, clausuró su campaña electoral el pasado jueves en la céntrica plaza de Omonia, en Atenas, donde congregó a más de 10.000 seguidores, a los que les pidió su respaldo para asegurarse la mayoría absoluta y devolver así a Grecia «la autonomía en Europa».

Tsipras estuvo arropado por el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, que se dirigió en griego al público; por el coordinador federal de Izquierda Unida, Cayo Lara; así como por el secretario general del Partido Comunista francés y presidente de la Izquierda Europea, Pierre Laurent.

Otra de las claves de estas elecciones será el partido que logre la tercera plaza, un puesto muy disputado entre el partido centrista To Potami (El Río), los neonazis de Amanecer Dorado, los socialistas del Pasok y los comunistas del KKE, pues los sondeos les otorgan entre un 4,5 % y un 7 % en intención de voto.