Bachar al Asad, acompañado por su esposa, deposita el voto en un colegio electoral de Damasco. | SANA / HANDOUT

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Los sirios se volcaron ayer con los comicios presidenciales en Damasco, donde la afluencia de votantes fue masiva, en unas elecciones en las que el mandatario Bachar al Asad tiene todas las papeletas para ganar. Las elecciones se celebran en medio de una guerra civil que asola el país desde hace cuatro años y que ya se ha cobrado la vida de más de 160.000 personas, la mayoría de ellas civiles y 2,5 millones de refugiados en otros países.

Casi 16 de los 23,6 millones de sirios estaban llamados ayer a acudir a las urnas, que cerrarron a la medianoche -tras una extensión de cinco horas- en 9.601 centros de votación repartidos por las zonas del país en guerra bajo control del régimen.

Desde primera hora de la mañana, la gente comenzó a llegar a los puntos de sufragio en la capital, algunos a bordo de coches y autobuses decorados con la bandera siria y fotografías de Al Asad, según pudo constatar Efe.

El corazón de la capital está bajo férreo control de las autoridades, aunque puede escucharse a veces el ruido de los bombardeos en la periferia, donde los soldados luchan contra los rebeldes en el distrito de Guta Oriental.

En la capital, el respaldo al presidente es significativo entre amplios sectores de la población, especialmente entre los cristianos y otras minorías religiosas, preocupados por una hipotética ascensión al poder de los islamistas si Al Asad se marcha.

Simulacro

Los sirios residentes en zonas bajo control rebelde organizaron ayer varios simulacros de elecciones para protestar contra el régimen de Bachar al Asad y la celebración de comicios presidenciales en las áreas en manos del Gobierno.

Vecinos de un barrio de Alepo, la mayor ciudad del norte de Siria, llevaron a cabo un falso referéndum para decidir quitar la nacionalidad a al Asad, según un vídeo difundido por el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.

En la grabación, podía verse a habitantes del distrito de Al Salehín votando en una urna de cartón colocada en una calle.

La caja, de color rojo, tenía pintada la cara del presidente, que aparece tachada con una cruz, junto al mensaje «Acuerdo para retirar la nacionalidad al asesino Al Asad».