GRA128. VALENCIA, 29/03/2014. La joven paquistaní de 16 años Malala Yousafzai y la investigadora Pilar Mateo posan para los medios gráficos tras recibir el Premio Convivencia otorgado por la Fundación Profesor Manuel Broseta. Yousafzai se ha destacado por luchar por los derechos de las niñas a la educación y Mateo por haber sido la creadora de una pintura insecticida contra el mal de Chagas. EFE/Manuel Bruque. | MANUEL BRUQUE

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La joven pakistaní de 16 años Malala Yousafzai reivindicó ayer «el poder de la palabra» para luchar contra el terrorismo y defendió el derecho a la educación para aprender no sólo matemáticas o física sino «igualdad» y «a respetar la cultura y la religión de otros».

Malala dijo estas palabras en Valencia en la entrega de los Premios Convivencia que la Fundación Manuel Broseta le ha concedido ex aequo con la investigadora Pilar Mateo, creadora de una pintura insecticida contra el mal de Chagas y a la que reconocen que aplique sus hallazgos para mejorar el bienestar de los más desfavorecidos.

El president de la Generalitat, Alberto Fabra, y el presidente del Senado y del jurado de estos premios, Pío García-Escudero, presidieron el acto, al que también asistió la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, entre otros representantes políticos y de la cultura, la economía y la sociedad valenciana.

ETA

Los discursos han coincidido en resaltar la importancia de la educación para combatir las desigualdades sociales, la puesta al servicio del conocimiento para mejorar la calidad de vida de las personas y el recuerdo a los valores de libertad y tolerancia que representaban figuras como el expresidente Adolfo Suárez y el catedrático y político Manuel Broseta, que fue asesinado por ETA.

Malala, que sobrevivió a un atentado talibán por defender el derecho de las niñas a ir a clase, recordó que cuando los terroristas bombardearon las escuelas y se prohibió a las niñas ir al colegio y a las mujeres al mercado, se dio cuenta «del poder de la educación en las mujeres y de lo importante que era hablar».

«Teníamos dos opciones, estar calladas y morir o hablar y morir y decidimos hablar», apuntó Malala, quien entonces descubrió que «la voz tiene poder, la gente escucha cuando hablamos; no se trata de combatir el terrorismo con la violencia sino con las palabras».