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Crimea cuenta las horas para formalizar su escisión de Ucrania y su regreso a la órbita rusa, en claro desafío a la comunidad internacional que no reconocerá los resultados del referéndum separatista del domingo.

«El destino y el futuro de Crimea están estrechamente vinculados con Rusia. Tenemos raíces históricas y espirituales comunes», reza el folleto que el Parlamento de Crimea ha remitido a todos los habitantes de la península.

Las autoridades de la república autónoma ucraniana no hacen el mínimo esfuerzo en ocultar que la segunda pregunta de la consulta, una amplia autonomía en el seno de Ucrania, está descartada de antemano.

En las calles de Simferópol no se ve ni un solo cartel a favor de la integridad territorial de Ucrania, mientras en la también secesionista ciudad portuaria de Sebastopol la península aparece dibujada con una esvástica nazi.

Todo está listo para una consulta en la que están llamados a votar 1,5 millones de crimeos, además de los más de 300.000 habitantes de Sebastopol, que ejercerán su derecho al voto en casi ausencia de observadores internacionales.

Los rusos de Crimea, que representan un 60 por ciento de la población, afirman que con el plebiscito quieren poner fin a la injusticia histórica que supuso la entrega de la península a Ucrania en 1954 por parte de Nikita Jruschov.

No obstante, la mayoría reconoce que su motivación para apoyar la reunificación con Rusia es mucho más prosaica: en Rusia los salarios y las pensiones son mucho mayores que en Ucrania, que está al borde de la bancarrota, y la gasolina cuesta la mitad.

El Parlamento ucraniano repartió otro folleto entre sus conciudadanos en los que expone diez razones para integrarse en la Federación Rusa.

Entre otros motivos, además de sueldos y pensiones, expone que la unión con Rusia atraerá a millones de turistas a esta península bañada por el mar Negro, eliminará los aranceles a los productos crimeos y rebajará los impuestos.

Esto no convence a la minoría ucraniana, un 25 por ciento de la población, algunos de cuales ya han hecho las maletas para abandonar su patria chica una vez se consume la secesión por miedo a las represalias.

«En Crimea nunca ha habido elecciones limpias. La falsificación ya está teniendo lugar. Estoy seguro que los resultados del referéndum serán manipulados», aseguró hoy a Efe Vladislav Xmelovski, presidente de la Comunidad Ucraniana de Crimea, tras un mitin de protesta en Simferópol.

El activista se manifestó convencido de que «la comunidad democrática internacional no reconocerá los resultados, al igual que Ucrania, y únicamente Rusia considerará la consulta separatista como legal».

«Boicot al referéndum», «Crimea es Ucrania», «No a la ocupación rusa» o «Paz en Crimea», rezaban las pancartas que enarbolaban los manifestantes en un acto que congregó a un centenar de personas.

El mitin, en el que se pudieron ver varias banderas ucranianas, terminó con el himno nacional, que los presentes entonaron con la mano en el pecho.

«Me alarma el futuro de Crimea. Un grupo nacional mayoritario no puede imponer su voluntad al resto. La escisión no contribuirá a la prosperidad y al crecimiento económico. Crimea será un reducto de separatismo y antagonismo étnico», subrayó.

Los tártaros, los antiguos pobladores del territorio y que ahora no suponen más que un 12 por ciento, no tienen intención de acudir a las urnas, ya que sus líderes les han instado a boicotear la consulta.

«Nosotros no somos unos traidores, como los soviéticos que nos acusaron de colaborar con los nazis y nos deportaron a Asia Central. No traicionaremos a Ucrania y no abandonaremos Crimea», aseguró hoy a Efe Arzam, vigilante de un museo de la localidad de Bajchisarái.

Sea como sea, el pescado ya está vendido, ya que esta semana el Parlamento separatista, que fue hoy disuelto por la Rada Suprema (Legislativo) de Ucrania, ya aprobó una Declaración de Independencia.

Aunque sea por un breve plazo de tiempo, nada más se confirme la victoria de la opción rusa en el plebiscito del domingo, Crimea se considerará una república independiente, democrática, secular y multiétnica de pleno derecho.

Para justificar su decisión, el documento alude al precedente de Kosovo, que proclamó su independencia de Serbia en febrero de 2008 a pesar de las protestas de Belgrado, paso que ha sido reconocido ya por más de un centenar de países.

Seguidamente, las autoridades de la nueva república se dirigirán a la Duma, el Senado y el presidente de Rusia, Vladímir Putin, para que acepten en el seno de su Federación a Crimea, donde los rusos son mayoría desde mediados del siglo XIX.