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El Kremlin no cedió ayer un ápice en su postura frente a la crisis ucraniana pese a las fuertes presiones internacionales, mientras el Parlamento ruso declaró su apoyo al referéndum de la república autónoma de Crimea sobre su separación de Ucrania y reunificación con Rusia.

Decenas de miles de moscovitas, más de 65.000 según las autoridades, se congregaron en un mitin-concierto al lado del Kremlin para manifestar su apoyo al reingreso de Crimea en el país.

La concentración reunió a miembros de numerosas organizaciones civiles, militares y partidos políticos, como Rusia Unida, la formación que sostiene al presidente ruso, Vladímir Putin, bajo banderas rusas y pancartas con lemas como «Creemos a Putin», «Crimea es rusa» o «No rendimos a los nuestros».

Batalla diplomática

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Mientras, en Moscú se preparan para la más que previsible batalla por la soberanía sobre Crimea, al menos diplomática, con las nuevas autoridades de Ucrania.

Por otro lado, el presidente ruso, Vladímir Putin, insistió ante su colega estadounidense, Barack Obama, que frente a la situación creada en Ucrania, Moscú «actúa de manera adecuada y en plena conformidad con las normas del derecho internacional».

Putin afirmó que las actuales autoridades ucranianas llegaron al poder como resultado de un «golpe anticonstitucional», no tienen un mandato a nivel nacional e «imponen decisiones absolutamente ilegítimas».

Putin puso el acento en la «primordial importancia de las relaciones ruso-estadounidenses para la seguridad y la estabilidad en el mundo» y advirtió de que estas relaciones «no deben ser sacrificadas por discrepancias sobre determinados problemas internacionales, por muy significativos que sean».