TW
0

Adversarios y partidarios del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, protagonizaron ayer dos masivas concentraciones en lo que constituye ya todo un pulso entre dos concepciones del país.

En Estambul, la plaza de Taksim, epicentro de las protestas que sacuden Turquía desde hace casi dos semanas, albergó la mayor reunión desde que empezaron las acampadas por salvar el adyacente parque Gezi de una reforma urbanística.

La jornada transcurrió en un ambiente festivo y bajo una marea de banderas de los signos más diversos, desde marxistas hasta kemalistas, kurdos y alevíes.

Al menos 30.000 personas se agolpaban en la plaza, con muchos miles más llenando el parque cercano, convertido en campamento con puestos de información, comida gratuita, talleres infantiles, bibliotecas y dispensario médico.

Criminalización

A la misma hora, otra muchedumbre recibió en el aeropuerto de Ankara al primer ministro, entre cánticos y gritos de «Mantente firme, no te doblegues», «Tu nación está contigo» y «Alá es grande».

Erdogan recorrió el camino del aeropuerto al centro de la ciudad flanqueado por sus simpatizantes y ofreciendo discursos en varias paradas.

El gobernante siguió insistiendo en criminalizar a los manifestantes de Taksim y Gezi, a los que califica de «saqueadores», «vándalos», «anarquistas» y «terroristas». Ayer los acusó de haber entrado en una mezquita calzados y con botellines de cerveza y de haber agredido a mujeres con el pañuelo religioso que suelen vestir las simpatizantes de su Partido Justicia y Desarrollo.

Erdogan arremetió también contra «los especuladores» que habrían causado las recientes caídas de la Bolsa de Estambul y prometió «no darles ninguna oportunidad».

Tras haber acusado en los últimos días a la oposición política e incluso a servicios secretos extranjeros de impulsar las protestas, Erdogan señaló a los bancos privados, a los que advirtió que lo «pagarán muy caro».

El primer ministro retó a quienes se manifiestan a enfrentarse con él en las urnas y dijo que los derechos no se ganan con violencia sino «dentro de la ley».

Y amenazó: «Si continúan (las protestas), hablaremos el lenguaje que entendéis. La paciencia tiene un límite».