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El Gobierno francés se esforzó ayer en rebajar la tensión provocada por las críticas del partido socialista a la canciller alemana, Angela Merkel, por su empeño en la austeridad, sin negar las diferencias y su voluntad de convencer a Berlín de la necesidad de un cambio en la política europea.

«La idea de que haría falta una confrontación con Alemania es falsa y totalmente contraproducente», señaló el ministro de Finanzas, Pierre Moscovici, en respuesta a las declaraciones de varios responsables del Partido Socialista (PS), que la pasada semana atacaron directamente a Merkel.

Moscovici, en una entrevista publicada por Le Monde, advirtió de que «no se puede esperar que las cosas avancen entrando en una lógica de denuncia, de estigmatización o de ruptura», sobre todo porque el funcionamiento de la UE se basa en «el diálogo y la amistad» entre París y Berlín, que conduce a «un compromiso cuya calidad depende de nuestra fuerza de convicción».

«‘No’ al pugilato»

El ministro de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, también pidió «un poco de razón y de calma», en alusión a la polémica desencadenada con Alemania por el PS, porque si bien «el debate es perfectamente legítimo, (...) el pugilato no».

«Francia y Alemania son el corazón de la construcción europea» y aunque pueden tener «diferencias, no hay ninguna razón para enfrentar a un país con el otro», argumentó Fabius, que recordó que sobre la crisis los franceses «tenemos nuestra propia responsabilidad» con el déficit.

Fabius, como Moscovici, replicaba en particular a las palabras del presidente de la Asamblea Nacional, el socialista Claude Bartolone, que se había pronunciado por una «tensión a secas, y si hace falta, por una confrontación» con el Ejecutivo de Merkel para dar un giro a la política europea de ajustes.

Unas palabras a las que se había sumado la filtración el viernes de un proyecto de texto del PS sobre la «batalla de la reorientación» de la política europea para lograr «el fin de la austeridad» a la que se acusa de tener un impacto recesivo, y en el que se calificaba a Merkel de «canciller de la austeridad».

En ese documento, que ha sido rápidamente enmendado ante la polvareda que suscitó antes de ser sometido a las instancias del partido, se reprochaba a la líder alemana de no pensar más que en los ahorradores alemanes, en la balanza comercial de su país y en «su futuro electoral».