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El papa Francisco saludó hoy en la Basílica de San Pedro a las más de 130 delegaciones extranjeras que asistieron a la misa solemne de inicio de Pontificado que ofició en la plaza y a la que asistieron cientos de miles de personas.

La primera en saludar al papa fue la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, quien no pudo contener su emoción en este su segundo encuentro con su compatriota Jorge Mario Bergoglio.

El papa, flanqueado por el Secretario de Estado, Tarcisio Bertone, recibió luego al presidente de Italia, Giorgio Napolitano y a su esposa, y al primer ministro dimisionario de Italia, Mario Monti y a su esposa.

Después llegaron los reyes de Bélgica, Alberto y Paola, vestida de blanco y tocada con mantilla del mismo color como marca el protocolo pontificio que establece que las reinas son las únicas que se pueden presentar ante el pontífice con trajes blancos.

Los príncipes de Mónaco, Alberto junto a su esposa, Charlène Wittstock, con vestido y mantilla negra también recibieron la bendición del papa.

La presidente de Brasil, Dilma Rousseff, con traje oscuro, fue la segunda mandataria latinoamericana que saludó al primer papa latinoamericano y jesuita de la historia.

Tras ella, llegaron el presidente de Chile, Sebastián Piñera y su esposa Cecilia Moreno, quien portaba varios rosarios en la mano y el papa, solícito, bendijo todos ellos.

El papa Francisco departió más tiempo con las delegaciones latinoamericanas que con el resto, y se mostró sereno y acogedor con la larga fila de personalidades que acudieron a la Basílica de San Pedro.

La presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla, habló unos minutos con el papa Francisco, mientras que el presidente de Ecuador, Rafael Correa, se presentó ante él con su anciana madre a la que el papa besó en una mejilla.

Después, Correa mostró al papa Francisco una fotografía.

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También desfiló el presidente de México, Enrique Peña Nieto y su esposa, Angélica Rivera, quien regaló al pontífice una papalina blanca, acompañados por sus dos hijas.

Tras el presidente de Portugal, Aníbal Cavaco Silva y la representación europea formada el presidente de la Comisión europea, José Manuel Durão Barroso, el del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy y el presidente del Parlamento europeo, Martin Schultz, llegó la delegación española.

La legación española iba encabezada por el príncipe Felipe, vestido de gala, y la Princesa Letizia, con un vestido oscuro y con mantilla negra sin peineta.

Ambos se inclinaron ante el papa Francisco quien charló un rato amigablemente con ellos y escuchó las palabras de un sonriente Príncipe Felipe.

Después, recibió al presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, con quien también mostró gestos de simpatía y cercanía.

La canciller alemana, Angela Merkel fue la siguiente en saludar al papa argentino y mantuvieron una pequeña conversación.

El papa saludó al patriarca ecuménico de Constantinopla, al ortodoxo Bartolomé; al metropolita (arzobispo) Hilarion, de la Iglesia Ortodoxa Rusa; al metropolita Amfilohje, de la iglesia ortodoxa serbia; al metropolita Siluan, y a numerosos miembros de otras iglesias ortodoxas.

Recibió asimismo al reverendo Olva Fykse Tveit, del Consejo Mundial de Iglesias, a representantes de la Comunión Anglicana, de la Federación Luterana Mundial y de la Alianza Mundial Evangélica, entre otros.

Asimismo acudió a saludar al papa, el rabino jefe de Roma, Riccardo Di Segni; el presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de Italia, el imán Izzeddin Elzir, y representantes budistas, sij, jainistas e hindúes.

El papa Francisco, de 76 años, mostró encontrarse en buena forma puesto que recibió de pie a la larga fila de las legaciones durante más de hora y media.