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Los choques entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes prosiguieron ayer en el centro de El Cairo, después de que la ruptura de una pequeña tregua volviera a aumentar la tensión en la zona.

En el cuarto día consecutivo de disturbios en las inmediaciones del Ministerio egipcio del Interior, próximo a la plaza de Tahrir, los policías continuaron disparando gases lacrimógenos contra los manifestantes, que a su vez les lanzaban piedras.
Decenas de personas presentaron síntomas de asfixia por los gases y tuvieron que ser atendidas en los hospitales de campaña cercanos.

Ayer los intentos de mediación continuaron hasta lograr que un grupo numeroso de manifestantes abandonara la calle.
En la calle Mansur, donde la policía levantó ayer un nuevo muro de contención, un cordón de personas vestidas de civil separaba a los manifestantes de los policías para evitar más disturbios.

Mientras, en Tahrir, epicentro de la revolución que hace un año obligó a renunciar al presidente Hosni Mubarak, los ánimos estaban más templados, si bien los manifestantes se negaron a bajar la guardia.


Defensa

En cuanto a la actuación de las fuerzas de seguridad en los disturbios, el ministro egipcio del Interior, Mohamed Ibrahim, aseguró ayer que la policía mantiene el «máximo autocontrol» para no herir a los manifestantes y que se limita a defender la sede del Ministerio.

Por otra parte, el suministro de gas natural egipcio a Jordania e Israel fue interrumpido ayer por el sabotaje de un gasoducto en la península del Sinaí, en el duodécimo ataque de este tipo desde la renuncia de Hosni Mubarak.

La explosión causó un incendio en la tubería cerca del barrio de Al Zuhor, en las afueras de la ciudad de Al Arish, que fue controlado horas más tarde.

Los autores del atentado, que iban armados y con pasamontañas, llegaron en dos vehículos todoterreno a la zona, donde colocaron varios artefactos bajo el gasoducto, según los medios de comunicación estatales.