Una joven echa una flor al mar en recuerdo de las víctimas de la tragedia de la isla de Utoya, cuya silueta se ve al fondo. | FABRIZIO BENSCH

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El presunto responsable de los atentados del pasado viernes en Noruega, Anders Behring Breivik, podría ser acusado de crímenes contra la Humanidad, un delito que conllevaría una pena máxima de 30 años, en vez del máximo de 21 años a que podría ser condenado en caso de ser inculpado únicamente de terrorismo.

No obstante tanto en un caso como en el otro la pena puede ampliarse hasta cinco años si se considera que existe riesgo de reincidencia.

De momento, Breivik ha sido acusado de «desestabilizar o destruir las funciones básicas de la sociedad» y de «crear pánico grave entre la población». Según el fiscal de la Policía, Christian Hatlo, Breivik podría pasarse prácticamente el resto de sus días en la cárcel.

Geir Lippestad, abogado de Breivik, aseguró ayer que «todo indica» que su defendido «está loco». No obstante, apuntó que «aún es demasiado pronto» para realizar cualquier valoración sobre el estado mental de su cliente y remitió a los exámenes que realizarán en los próximos días al menos dos psiquiatras.

Breivik se ve «como un guerrero» y cree que está en «estado de guerra», por lo que siente justificadas sus acciones, que ve como «necesarias», aunque «Occidente no las pueda entender», dijo. «Espera que esto (la doble matanza) desencadene la guerra», indicó.

El abogado reiteró que su defendido afirma que su supuesta organización cuenta con «dos células» en Noruega y varias en otros países, pese a sostener que actuó en solitario en el doble atentado, que dejó 76 víctimas mortales.

Odio a la democracia

«Odia a cualquier persona que no sea un extremista. Odia a cualquiera que sea demócrata y que defienda los valores democráticos», subrayó el abogado, quien definió a Breivik como una persona «muy fría» y «habladora» -a veces en exceso, como cuando se trata de su «manifiesto»-, y que ayer pretendía que los medios asistieran a su declaración ante el juez instructor para «explicar por qué lo hizo».

Lippestad advirtió, sin embargo, que no espera que su cliente alegue problemas psicológicos como atenuante porque se considera a sí mismo «el único depositario de la verdad».

La policía, por su parte, considera la posibilidad de que Breivik no actuase en solitario, basándose en sus declaraciones y en las de algunos testigos. El fiscal de la policía confirmó que en efecto hay una «especie de red» en Noruega y otros países europeos sustentada por la ideología ultraderechista y la islamofobia, y que las fuerzas de seguridad no han logrado hasta el momento trazar ninguna conexión entre el detenido y otros sujetos.

Además, aseguró que «varios testigos» han relatado «de manera convincente» que había al menos dos personas disparando en la isla de Utoya.

La policía tenía previsto prublicar ayer los nombres de las 76 víctimas mortales, pero a última hora de la noche solo había facilitado cuatro.