El bacteriólogo Holger Rohde, de la Clínica Universitaria Eppendorf de Hamburgo, señala una parte de la decodificación del genoma de la bacteria "E-coli" en su pantalla de ordenador en su laboratorio en Hamburgo. | Efe - MARCUS BRANDT

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Científicos alemanes y chinos han logrado descifrar el genoma de la bacteria «E.coli» que ha causado ya 17 muertes en Alemania y han identificado la cepa como un cruce hasta ahora desconocido muy dañino y persistente, mientras se sigue buscando el foco de la contaminación.

El equipo bacteriológico de la Clínica Universitaria Eppendorf de Hamburgo, la ciudad de la que partió la alerta sanitaria y también la acusación, luego rectificada, contra una partida de pepinos españoles, informó de la identificación del genoma de la bacteria letal, surgida de la combinación de al menos dos variantes.

La nueva «E.Coli» es una combinación entre un «pariente muy lejano» de la variante más común de la bacteria y otras cepas «clásicas», como lo definió el bacteriólogo Holger Rohde, de la clínica hamburguesa, de la que resulta una variante muy agresiva, que permanece más tiempo de lo habitual en el intestino y provoca por tanto daños mucho más persistentes, también en el riñón, incluso hasta llegar a producir la muerte.

Intercambio genético

Ambas variantes habrían intercambiado parte de su código genético y el resultado sería el llamado Síndrome Urémico Hemolítico (SUH), que ha provocado hasta ahora la muerte de 18 pacientes, 17 de ellos en Alemania y otro más en Suecia (que había estado previamente en territorio germano).

Hasta ahora, la única medida eficiente contra la infección intestinal es una rápida diálisis, pero ello no siempre surte el efecto esperado en algunos pacientes, especialmente las personas de mayor edad.

La crisis sanitaria, que en Alemania ha producido más de 2.000 ingresos y 470 casos confirmados de SUH, se ha extendido a otros países, al registrarse infecciones en Reino Unido, Escandinavia, España y Holanda, todos ellos de personas que pasaron por Hamburgo.

Desconcierto

Las contradictorias explicaciones iniciales de las autoridades alemanas -que atribuyeron de partida a pepinos españoles el foco de infección, antes de rectificar- han generado el desconcierto del consumidor, mientras la comunidad científica trabaja a marchas forzadas en busca de soluciones.

El mismo equipo científico de Hamburgo advirtió que la identificación del genoma no implica que pueda darse de inmediato con un remedio, ya que la interpretación de los datos recabados puede demorarse semanas.

Tras días de incertidumbre, el Instituto Federal de Análisis de Riesgos en Berlín corroboró ayer que ninguno de los cuatro pepinos españoles analizados, a los que en principio se acusó unilateralmente de la enfermedad, han dado positivo de la variante mortal de «E.coli».

La fuente de las infecciones continúa sin ser hallada y, por tanto, sin aclararse en qué punto de la cadena alimentaria se produjo la contaminación.