Berlusconi y Sarcozy, hoy en Roma. | ALESSANDRO BIANCHI

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El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, y el presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, pidieron hoy a sus socios comunitarios que se realicen cambios en el Tratado de Schengen para afrontar crisis migratorias como la que vive Italia con la llegada masiva de indocumentados del norte de Africa.

Los dos mandatarios se reunieron este martes en Roma para abordar, entre otros asuntos, la situación en el norte de Africa y la crisis migratoria que había generado tensiones entre los dos gobiernos en las últimas semanas, una cuestión que tanto Sarkozy como Berlusconi quisieron dar hoy por cerrada.

«Hemos hablado de Schengen. Las cosas tienen que ser reguladas entre países amigos sobre la base del derecho existente. Ninguno quiere negar Schengen, pero en circunstancias excepcionales hemos acordado que pueda haber variaciones que tienen que ser trabajadas de modo conjunto», comentó Berlusconi en una comparecencia de prensa al término de la cumbre.

«Francia cada año ha recibido más de 50.000 inmigrantes. Italia ha recibido, por el contrario, una media de 10.000. El esfuerzo de Francia ha sido cinco veces superior al esfuerzo hecho por Italia y de esto nosotros somos conscientes», añadió.

Por su parte, Sarkozy indicó que el deseo de Francia es que Schengen, el tratado que establece una única frontera europea, «siga vivo, pero para que viva tiene que ser reformado», y afirmó que, además de «fortalecer» esa zona de libre circulación, hay que reforzar la Agencia Europea de Fronteras Exteriores (FRONTEX).

De la cumbre bilateral, en la que participaron además los ministros de Interior, Economía y Exteriores de ambos países, sale una carta conjunta para los presidentes de la Comisión Europea (CE), José Manuel Durao Barroso, y del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy.

En ella se hace referencia a las modificaciones que tanto Italia como Francia piden a sus socios comunitarios sobre Schengen, unos cambios que, según ambos gobiernos, se justifican por la posibilidad de que la situación migratoria del Mediterráneo se transforme en una pérdida de confianza de los ciudadanos sobre la libre circulación europea.

«Una gobernanza reforzada del espacio Schengen es evidentemente necesaria. Debe fundarse sobre requisitos más rigurosos y sobre instrumentos más eficaces para obtener una mayor disciplina colectiva y un mayor nivel de cohesión sobre los estándares de protección de las fronteras externas comunes, también en vista de la ampliación del espacio Schengen», reza la carta.

Es necesario «examinar la posibilidad de restablecer temporalmente controles en las fronteras internas en caso de dificultades excepcionales en la gestión de las fronteras externas comunes, sobre la base de condiciones que deberán ser definidas en un futuro», prosigue.

La carta aborda además la cuestión del llamado «régimen de asilo europeo común», una exigencia que Francia e Italia (que desde enero ha recibido la llegada de más de 26.000 indocumentados) pretenden que se concrete de aquí a finales de 2012 y que «deberá intentar alcanzar lo antes posible la máxima convergencia de legislaciones» entre los países de la Unión Europea (UE).

«Si un flujo masivo de refugiados desde Libia se verificara, la Unión Europea debería estar en disposición de adoptar -en base a un plan operativo definido previamente- mecanismos de solidaridad específicos para la concesión de la protección temporal a estas personas, teniendo en cuenta las capacidades de acogida de cada uno de los socios», indica el texto.

Con las asperezas ya limadas en cuanto a la inmigración, Sarkozy y Berlusconi abordaron además la cuestión de la seguridad nuclear y la crisis de Libia, para la que se ratificaron en su compromiso de hacer cumplir la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y de apoyar a los rebeldes al régimen de Muamar el Gadafi.

Berlusconi tuvo que justificar el anuncio hecho ayer de que los aviones militares italianos se sumarán a los bombardeos aliados sobre objetivos de las tropas de Gadafi, una decisión con la que no están de acuerdo sus socios de Gobierno, la Liga Norte (LN).

Por su parte, Sarkozy, quien junto a Berlusconi pidió además el cese de la violencia en Siria y un mayor apoyo financiero de Europa hacia los países de la ribera sur del Mediterráneo, insistió en que su Gobierno no enviará tropas terrestres a Libia.