Simpatizantes del movimiento islámico Hizb ut-Tahir sostienen banderas mientras se concentran para protestar en contra del régimen sirio, al norte de la ciudad de Trípoli, Líbano. | Efe

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Más de setenta personas murieron ayer en Siria en la jornada de protestas políticas más sangrienta que vivió el país desde que comenzaron las manifestaciones contra el régimen de Bachar al Asad. El activista de derechos humanos Haizam Maleh, una de las figuras de la oposición más respetadas del país, dijo telefónicamente que había recibido informaciones de que en distintos puntos del país habían perecido más de 70 personas.

«Las manifestaciones se han extendido a la mayoría de las ciudades y las aldeas de Siria», dijo telefónicamente Maleh, una de los activistas de derechos humanos más importantes del país y quien pasó nueve años de su vida en las cárceles sirias. En Siria estaba convocado ayer el Gran Viernes, un calificativo con connotaciones religiosas y políticas, porque así se llama al Viernes Santo en comunidades cristianas de Oriente Medio y porque la oposición quería que la de ayer fuera la protesta más numerosa.

Control de seguridad

Ya desde la mañana la capital, Damasco, y otras ciudades del país estaban custodiadas por un impresionante dispositivo de seguridad a cargo de la policía y del Ejército. Los accesos a Damasco estaban cerrados y el transporte a varias áreas de la capital quedó prohibido. Una situación parecida se vivía en la ciudad central de Homs y en la sureña de Deraa, localidades en las que se registró el mayor número de víctimas por las protestas de las últimas semanas.

Según Maleh, las víctimas perecieron por los disparos de las fuerzas de seguridad y de «grupos de matones» que atacaron a los manifestantes, una forma de represión que ha sido frecuente durante las protestas políticas de este país. Entre las áreas donde se han producido disturbios se encuentran las localidades de la periferia capitalina de Douma, Harasta, Tel y Maadamía, así como en las ciudades de Deraa, Izraa, Hama, Homs y Hauran.