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El presidente de Portugal, el conservador Anibal Cavaco Silva, fue reelegido para un segundo mandato de cinco años en las elecciones celebradas ayer, que ganó por un 53,5 por ciento de los votos cuando el escrutinio provisional estaba casi concluido. Su principal rival, Manuel Alegre, candidato del Partido Socialista (PS) que gobierna Portugal, no logró su objetivo de obligar a Cavaco a disputar con él una segunda vuelta al obtener un 19 % de sufragios.

Los aspirantes con menores posibilidades de ganar la elección, según los sondeos previos, dieron al final una sorpresa y sumaron más votos de lo esperado, un 26 % en total, con el médico Fernando Nobre, que superó el 13 %, en cabeza. Estos cuatro candidatos, procedentes de la izquierda, restaron al final más votos a Alegre que a Cavaco, pese a que su reconocido objetivo común era forzar al jefe de Estado a una segunda vuelta.

Francisco Lopes, respaldado por el Partido Comunista, quinta fuerza parlamentaria, logró un 7 %, y el diputado de Madeira José Coelho, del pequeño partido Nueva Democracia, un 4,3 %. Por último el diputado socialista y ex alcalde de la ciudad septentrional de Viana do Castelo, Defensor Moura, que se presentaba como independiente y sin el apoyo de su partido, fue votado por el 1,6 por ciento de los electores.

Euforia

En el partido de Cavaco, el Social Demócrata (PSD) la jornada electoral se vivió con euforia mientras en las filas del PS se notaba el temor a que un segundo mandato del líder conservador haga aún más tensa la ya difícil cohabitación con el primer ministro socialista, José Sócrates. El PS ganó las elecciones municipales y legislativas de 2009, pero perdió la mayoría absoluta lograda en 2005 y sólo ha podido aplicar las duras medidas económicas necesarias para reducir el déficit fiscal luso gracias a la abstención del PSD en el Parlamento.

La campaña electoral de estas presidenciales, en las que Cavaco reprochó la mala situación en la que se encuentra el país tras seis años de gestión socialista, ha agravado aún más el distanciamiento con el Gobierno, que advirtió a su vez de que no permitirá que el jefe de Estado se inmiscuya en las tareas del Ejecutivo.