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Rosa Otunbáyeba pidió ayer el respaldo de todo el pueblo en su discurso de investidura como presidenta de Kirguizistán, en medio de la mayor crisis en la breve historia postsoviética de esta república de Asia central.

«En este complejo trance histórico, espero el respaldo de todo mi pueblo, el apoyo de mis correligionarios políticos y la comprensión de los opositores», dijo Otumbáyeva, quien asumió la jefatura del Estado kirguís para un periodo de transición, hasta el 31 de diciembre de 2011.

La ceremonia de toma de posesión se celebró apenas tres semanas después de los sangrientos choques entre kirguises y uzbekos en el sur del país, que se cobraron centenares de víctimas mortales y provocaron la huida de decenas de miles de refugiados y afectaron a cerca de 400.000 personas.

«Hoy Kirguizistán vive uno de los períodos más dramáticos de su historia. Lamentablemente se produjeron los trágicos acontecimientos en las regiones de Osh y Jalal-Abad». Por culpa de las fuerzas oscuras allí se derramó la sangre de mucha gente inocente», dijo Otunbáyeva.

La flamante jefa de Estado hizo un llamamiento a la reconciliación entre los kirguises y la importante minoría uzbeka, que reside mayoritariamente en el sur de Kirguizistán.