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La jornada electoral del miércoles en Holanda, que terminó de madrugada con la victoria de los liberales de derecha (VVD) sobre los laboristas (PvdA) por un solo escaño, abre un proceso de formación de gobierno que se anuncia complejo, a causa de la dispersión de los votos y el auge de la extrema derecha.
El empate a 31 asientos entre liberales y laboristas no se resolvió a favor de los primeros hasta el recuento de más del 90% de los votos. Finalmente, el balance fue de 31 para los liberales -que ganaron diez- y 30 para los laboristas, que perdieron tres respecto a 2006.
Los resultados confirmaron también el auge del partido del antimusulmán Geert Wilders, que consiguió 24 escaños, confirmándose así la subida de la extrema derecha que ya se perfiló en las elecciones locales del pasado marzo. Con quince escaños más que en los comicios anteriores, Wilders no tardó en proclamarse «el vencedor real» de las elecciones, a la vez que reclamaba entrar en el Gobierno para hacer justicia a los electores, que lo situaron como tercera fuerza política del país.
También estuvieron entre los vencedores los liberales de izquierda (D66), que aumentaron siete asientos y acumularon 10, igualando a los verdes (GroenLinks), que ganaron tres.
La euforia de esos partidos contrastó con la profunda decepción de los democristianos (CDA), que tras ocho años al mando del Ejecutivo fueron los grandes derrotados de la jornada.