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La ofensiva israelí para culpar de los nueve muertos en la «Flotilla de la Libertad» continuó ayer. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, defendió el asalto como la única salida para hacer valer el bloqueo a la franja de Gaza y evitar que armas iraníes lleguen al movimiento islamista Hamás. En una comparecencia pública con motivo del progresivo deterioro de la imagen pública de su gobierno y la de Israel, Netanyahu afirmó que la intervención militar en la que murieron nueve activistas internacionales y casi cuarenta resultaron heridos forma parte de los «esfuerzos de proteger la seguridad» de los israelíes.
«Hamás continúa rearmándose con armas iraníes. Nuestra obligación es evitar que esas armas entren por tierra, mar o aire», dijo el primer ministro israelí para justificar el bloqueo que su predecesor, Ehud Olmert, impuso a la franja hace cuatro años.
Linchamiento
Sobre el sangriento asalto de los comandos israelíes, que abrieron fuego contra los activistas, reiteró que se vieron en peligro porque trataron de «lincharlos» nada más abordar el barco de bandera turca Mavi Marmara.
«¿Eso son pacifistas? Esos no son pacifistas son extremistas violentos que apoyan el terrorismo», sentenció antes de preguntarse públicamente «qué habrían hecho otros líderes democráticos si hubieran estado en su lugar». Evidentemente no dejó que nadie contestara.
Horas antes, el ministro israelí de Defensa, Ehud Barak, felicitó a los soldados que participaron en el asalto a la Flotilla de la Libertad y aseguró, citado por la Radio del Ejército, que «en Oriente Próximo no hay compasión con los débiles».
Anoche, por otra parte, diputados judíos y árabes del Parlamento israelí protagonizaron una trifulca que incluyó empujones y gritos y estuvo a punto de llegar a las manos en un debate sobre el asalto del Ejército israelí.