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El primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, se enfrenta a un test de revalidación política en las elecciones regionales que se celebran y mañana, donde medirá sus fuerzas con el opositor de centro izquierda Partido Demócrata (PD) de Pierluigi Bersani.
Alrededor de 44 millones de italianos deben renovar trece gobiernos regionales de un total de veinte, once provinciales y unos mil municipios, en unos comicios en los que planea el fantasma de la abstención cuando el país está caracterizado por la alta participación electoral, un 67% por ciento en las europeas de junio de 2009.
Por ello, Berlusconi ha invitado estos últimos días «a ir en masa a las urnas y alejarse del espectro de la abstención. Que no se pierda ningún voto porque cada voto es un voto a la izquierda».
Elección
«Estas elecciones -dijo- representan una elección entre el Gobierno del hacer, que tantos resultados ha obtenido estos dos últimos años, y la izquierda de la críticas, de la envidia social y del odio».
En la actualidad, el centro-izquierda gobierna en once de las trece regiones italianas donde se vota y los últimos sondeos señalan que ganará sólo en siete de ellas, mientras que la coalición que encabeza Berlusconi, con Pueblo de la Libertad (PDL) al frente, se alzaría con la victoria en seis.
Si el PDL acude a las elecciones con la idea de crear un sistema presidencialista y reformar la Justicia y con puras consignas de su líder como que hay que elegir entre «quien ama a Italia y quien siembra el odio», el PD va a la cita con un líder que no acaba de afianzarse en la sociedad italiana y que incide en la necesidad de una bajada de impuestos y de fijar reglas para los mercados.
El primer ministro ha reforzado su presencia en las prósperas regiones del Septentrión de Italia donde confía en su aliada Liga Norte, el partido de Umberto Bossi, federalista, paladín de la política dura contra los inmigrantes y de la seguridad.