La artillería y la aviación hebreas bombardearon ayer reiteradamente la ciudad de Debel, en el sureste libanés.

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AGENCIAS-JERUSALÉN
El primer ministro israelí, Ehud Olmert, dijo ayer que la oferta del Gobierno libanés de desplegar 15.000 soldados a lo largo de la frontera con Israel es «interesante» y merece la pena considerarla detenidamente, al tiempo que puntualizó que dicha medida debería ir de la mano del desarme de la milicia chií libanesa Hezbolá. De hecho, el Gobierno hebreo se reune hoy para valorar la propuesta del Ejército para lanzar una ofensiva completa y en todo el territorio libnés contra la guerrila chií.

Mientras, en la ONU los embajadores continuaron analizando posibles cambios en el borrador de resolución del Consejo de Seguridad para reclamar un alto el fuego en la zona.

El Gobierno libanés se declaró dispuesto a enviar soldados a la frontera con Israel en el marco de un acuerdo de alto el fuego. «Estamos estudiando esta propuesta», afirmó Olmert, añadiendo que «cuanto más rápido abandonemos el sur de Líbano, más felices seremos, especialmente si hemos alcanzado nuestras metas».

Olmert se refería implícitamente a la condición hebrea de que junto a los militares libaneses -en cuya competencia no ha tenido nunca confianza alguna-, se despliegue un contingente militar multinacional «con capacidad de fuego» para imponer su misión de control a Hezbolá. Y eso no parece ni fácil ni rápido de conseguir.

A esa iniciativa libanesa también respondió el ministro francés de Asuntos Exteriores, Philippe Douste-Blazy, quien consideró que la propuesta de Beirut de enviar 15.000 soldados al sur de Líbano es «un testamento de la voluntad de todas las partes libanesas de permitir a su Gobierno ejercer su soberanía en todo su territorio».

Mientras la comunidad internacional discute la resolución que obligue a poner fin a las hostilidades a Israel y Hezbolá, los enfrentamientos continúan sobre el terreno.