El fotógrafo Jaume Morey toma una foto de grupo de los candidatos. | Pilar Pellicer

TW
2

Lo que pase en las elecciones que hoy se celebran en Balears marcará el futuro de la Comunitat Autònoma y el destino de las siete personas que posan en la foto. Ese destino se ha ido dibujando en una campaña electoral que comenzó inusualmente inocua, pero que ha subido de tensión conforme se ha acercado el día de las elecciones. Hay varios elementos singulares que se han sido señalando de esta campaña que se recordará por los niveles de tensión que se han vivido en los segundos y terceros niveles de los candidatos, en un crescendo dramático hasta acabar de forma apoteósica el viernes. Estos son algunas percepciones que deja la campaña.

La primera es que las dos principales rivales evitaron el choque directo en los primeros días, pero esta tónica fue cambiando conforme se ha ido acercando el fin de campaña. Está por ver si al final el PSIB, que se juega hasta el último voto, no habrá terminado arrepintiéndose de haber evitado el cara a cara entre Marga Prohens y Francina Armengol. La candidata del PSIB también ha ido variando ligeramente el mensaje hacia el final de campaña y ha pasado de centrarse casi de manera exclusiva en vender gestión a apelar a la ilusión, al corazón y a la emoción de ser socialista.

Otra percepción que deja esta campaña es que ha habido un pacto no escrito (o escrito, quién sabe) entre los candidatos de la izquierda para no debatir entre ellos y dirigir sus ataques hacia el PP. Esta realidad se ha visto de manera meridiana en los debates que se han celebrado. La izquierda no ha tenido la tentación de robarse votos entre sí, sino que ha funcionado en bloque para que se vieran sus diferencias ideológicas sin que se viera el conflicto interno o la incompatibilidad de estas ideas.

Más fotografías de campaña: el PP ha ido de ganador. A la espera de lo que digan las urnas, el mensaje ha sido insistente y machacón: quiere gobernar en solitario y no depender de la muleta de Vox. Quedó claro en el mitin de Núñez Feijóo en Palma donde, por cierto, los asistentes conectaron más con la candidata que con el presidente del partido. En el reverso de esta fotografía está Vox, que ha exhibido de manera ostensible que su voluntad es forjar un pacto con el PP. El PI y CS han tratado de hacerse ver para que las urnas no les condenen a la irrelevancia.

La campaña deja otra imagen que debería preocupar a los partidos: los mítines son el pasado, van perdiendo peso ya los de Pedro Sánchez, Pablo Iglesias o Núñez Feijóo. Hemos pasado de llenar el Palma Arena y el Parc de la Riera a congregar a 1.000 o 2.000 afines. Pero es que hay otra señal de alarma en esta campaña: ¿dónde están los jóvenes? Si ha habido poca gente en los mítines, los jóvenes han sido los grandes ausentes. Los partidos los han perdido. Alerta.