Francina Armengol, este jueves en la sede del PSIB. | P. Pellicer

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Son la nueve de la mañana del jueves en la sede del PSIB y quedan dos días de campaña. La presidenta y candidata del PSIB, Francina Armengol, responde a las preguntas de este periódico. La noche anterior había anunciado en un mitin en Calvià que este viernes aprobaría su Govern un programa piloto para ensayar la semana laboral de 4 días.

¿A quién se dirige ese plan piloto?
—La idea es no vivir para trabajar, sino trabajar para tener tiempo y consiste en que las empresas que quieran apuntarse y probar el sistema y tengan trabajadores a 32 horas recibirán 15.000 euros para reorganizarse y otras cantidades más durante dos años por trabajador. Las propias empresas comprobarán que pueden ser más competitivas.

¿Qué señal envía con ese anuncio casi en último minuto de campaña?
—No es un anuncio en el minuto final. Ya lo habíamos anticipado desde el Govern que sacaríamos esta convocatoria para que las empresas pudieran aplicarlo en septiembre. Y también se lo expusimos a las empresas y a los sindicatos. Esa siempre ha sido nuestra manera de gobernar: negociando con los sectores implicados.

¿Y habrá algún acuerdo más en esa reunión antes de las elecciones?
—Habrá. También anuncié que llevamos el centro integrado de formación profesional de Calvià para turismo, hostelería, comercio e industria. Eso va ligado al plan estratégico vinculado a los convenios colectivos y tenemos presupuesto: 18 millones de euros hasta 2026

¿Conejos que salen de la chistera en el último momento?
—No, no. Son cuestiones que se tienen establecidas como Govern, que hemos hablado muchas veces y no se improvisan.

¿A qué atribuye que ninguna encuesta dé ganador al PSIB?
—Bueno, hay encuestas que son públicas y otras que no. He visto todo tipo de encuestas, también las que dan al PSIB como primer partido, pero la única válida es la del 28 de mayo. Lo importante es que nadie se confíe porque las elecciones no están ganadas hasta que se ganan. Todos tenemos derecho a votar el domingo pero la gente progresista tenemos la obligación.

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La candidata del PP ha dicho que quiere gobernar sola, sin Vox.
—Pues muy bien, también yo puedo decir que quiero gobernar sola, pero la realidad es la que es. Y está clarísimo que no hay ninguna posibilidad de que el PP saque mayoría absoluta. Es que ha tenido 16 escaños de un Parlament de 59 en esta legislatura. Su quiere gobernar, sólo puede pactar con Vox. Y eso supondría una situación terrible para esta comunidad autónoma. No va a suceder porque ganaremos las elecciones el domingo, pero un Govern de derecha con extrema derecha ya lo hemos visto en Castilla y León. Y aquí tuvimos un Govern de mayoría absoluta del PP [se refiere al de José Ramón Bauzá, entre 2011 y 2015] con ese tinte. Eso sería retroceder 40 años.

Volver a los tiempos en blanco y negro, dice usted. ¿Y cuál ha sido el color de su Govern?
—La opción del Govern progresista es la que mejor representa a Balears en todos los colores; es un Govern de esperanza y de ilusión que ya ha mostrado en estos años qué es capaz de hacer. Ha sido, y seguirá siendo, un Govern serio que ha estado con la gente en los momentos más complicados y difíciles. Si hemos pasado el peor momento histórico juntos, los años de la pandemia y la crisis, ¡qué no haremos en la próxima legislatura! Tememos más recursos, fondos europeos, régimen especial y fiscal aprobado, un plan de inversiones estratégicas pactado con la sociedad... Es un Govern de esperanza.

No le ha faltado apoyo del Gobierno estatal. Sánchez, cuatro ministras y un ministro del PSOE han hecho campaña en Balears. ¿Ha sido un apoyo real a Balears o estrategia electoral?
—Ha habido un apoyo real, que se ha traducido en propuestas y políticas concretas que llegaban directamente a los ciudadanos: ERTEs, fondos COVID, fondos europeos para energías renovables y turismo de calidad, 855 millones para salvar a las empresas, régimen especial y fiscal, ahora el tranvía de Palma... Es evidente el apoyo de un Gobierno al que vemos con simpatía porque tenemos los mismos objetivos y pensamos en lo mismo.

En el PP se refieren a usted como «alumna aventajada de Sánchez».
—Si creen que eso a mí un insulto, me parece ridículo. Siempre he defendido los intereses de Balears, lo hacía también cuando Rajoy era presidente, aunque entonces no me cogían el teléfono. Pero eso no me pasaba sólo a mí. Cuando los gobiernos eran del PP aquí y allí, se recortaron más que nunca las ayudas para esta comunidad. He demostrado que soy capaz de negociar y dialogar con el Gobierno de España y de conseguir lo que necesitan estas Islas.

Pero es que usted defiende a Sánchez con más ímpetu que muchos dirigentes autonómicos del PSOE.
—Las cosas se han bien: una crisis sanitaria, la guerra en Ucrania, una situación de inflación... España lidera el crecimiento y crece el doble que Italia y Alemania.

Més, su socio en el Govern, pide una nueva relación con el Estado.
—Bueno, siempre hay que seguir reivindicando, somos una comunidad pequeña pero con muchas potencialidades. Tenemos régimen fiscal, ley de costas y, es verdad, nos queda el sistema de financiación autonómico. Eso habrá que seguir negociándolo. Por eso es importante votar al Partido Socialista, también cuando lleguen las generales. Ya hemos visto que cuando gobierna el Partido Popular, Balears no entra nunca en las negociaciones.

¿Sánchez cree en las autonomías y en la descentralización o sólo lo hace para seguir en el Gobierno?
—Es evidente que cree en la España plural y en las autonomías. Lo que importa son los hechos, y este gobierno [estatal] de coalición con Unidas Podemos ha mostrado una visión de España abierta y en sintonía con Balears. España es más que Madrid. Por eso no podemos volver atrás. Somos el partido del diálogo, somos el partido de las Islas Balears. Y seguiremos siéndolo. Para eso es importante que no se pierda ni un voto.