El candidato de Més al Consell de Mallorca, Jaume Alzamora. | Pilar Pellicer

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Jauma Alzamora (Artà, 1971) es el candidato de Més per Mallorca al Consell en las elecciones insulares que se celebrarán el próximo 28 de mayo. Es la primera vez que se presenta, aunque esta legislatura ha sido conseller ejecutivo de Promoció Econòmica i Desenvolupament Local; en la próxima tiene muy claro que será el próximo presidente de la Isla. En general, está satisfecho con el Pacte que ha gobernado durante los últimos ocho años, pero reconoce que hay algunas cosas que no le han gustado, especialmente en materia de promoción turística. A su modo de ver, «no sólo no hemos de hacer promoción, sino que la hemos de combatir».

¿Se ve cómo presidente del Consell de Mallorca?
—Seré el próximo presidente del Consell de Mallorca

¿Por qué lo tiene tan claro?
—Porque tenemos claro cuáles son los retos importantes para esta Isla y pensamos que la sociedad ve la necesidad de dar un paso más, después de estos ocho años de gobierno de izquierdas liderados por el PSOE; y ahora debe ser liderado por Més per Mallorca.

¿Cuáles son esos retos?
—Son cuatro. El primero es la vivienda, que se ha convertido en una emergencia; aunque en este caso nuestras competencias son más limitadas. Otro es la movilidad, tenemos todas las infraestructuras saturadas y hemos de potenciar el transporte público para reducir el uso del vehículo privado. El tercero es el territorio, nos encontramos ante una agresión de forma continuada por el modelo económico que tenemos y hay que dar un paso más, aunque se han protegido unas 180.000 hectáreas, pero no basta; tenemos que eliminar los usos residencial y turístico en rústico. Por último, hay que reducir el peso del turismo en el PIB, fomentando las inversiones en otros sectores y reduciendo el número de plazas turísticas.

¿En materia de vivienda que plantean?
—En la planificación del crecimiento urbanístico se puede determinar que se destine a vivienda pública únicamente. Además, se propondrá la eliminación de las plazas de las bolsas que aún se podrían otorgar, de las cuáles una parte son de alquiler turístico (son unas 15.000 de alquiler turístico y unas 6.000 de alojamiento turístico). También lucharemos contra la oferta ilegal, que hay mucha; en eso debemos ser implacables porque hace mal en general.

¿Qué más proponen en turismo?
—Redecir el techo de plazas turísticas, que es de 430.000 y lo tenemos que bajar porque el territorio no lo aguante. La fórmula es doble. Una es la eliminación de las plazas que hay en las bolsas porque ya no las daremos. La otra es que desde los años 2000 se han autorizado alojamientos turísticos con excepción, es decir, que no tenían que ir a la bolsa a comprar plazas. La ley de 2017 dice que todas estas plazas cuando se den de baja desaparecerán y se calcula que hay unas 120.000 autorizadas con excepción.

¿Dando de baja estas 121.000 es suficiente?
—Son número que quiero tener sobre la mesa. Una de las primeras medidas que tomaré como presidente es la modificación del Plan de Intervención de los Ámbitos Turísticos (PIAT), que nos tiene que dar la capacidad de carga que tenemos.

¿Desaparecerá la promoción turística?
—En nuestro programa llevamos que el Govern no tiene que hacer promoción turística porque ha transferido las competencias al Consell, que no puede hacer promoción turística de forma indiscriminada, desordenada y sin saber qué efecto tiene lo que hace.

¿Ahora se está haciendo así?
—Hemos tenido un par de episodios que nos han generado conflicto, como el patrocinio del Mallorca o el concierto de los 40 Principales, que son una forma indiscriminada de hacer promoción; nosotros nos opusimos y no estamos de acuerdo. Nosotros proponemos hacer campañas de concienciación, de sensibilización, de dar a conocer el destino de forma diferente, con las limitaciones que tenemos porque es importante que el turista sea consciente de la fragilidad del territorio, no vale que vengan aquí a emborracharse. No sólo no hemos de hacer promoción, sino que la tenemos que combatir. Un ejemplo es que aquella foto de gente que esperaba el año pasado dos horas para ir al Caló des Moro tampoco necesita promoción.

La protección del territorio es otro de sus retos.
—Si tiene que haber crecimiento tiene que ser urbano, no puede ser rústico.

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Los promotores piden construir más para poder solucionar el problema de la vivienda.
—Su objetivo es construir y ganar dinero; eso es especular y nosotros creemos que tenemos que quitarla de la vivienda. La solución no es sólo crecer construyendo, puede haber diferentes fórmulas. Construir sí, vivienda pública; poner en régimen de alquiler las viviendas vacías a través de incentivos fiscales y facilitando que eso se haga; planteamos limitar el precio del alquiler; o que no se puedan adquirir viviendas por parte de no residentes o de personas jurídicas. Una S.A. o una S.L. no vive en una casa y estas deben ser para vivir. Por tanto, la propiedad o el alquiler debe ser de personas, no de sociedades anónimas que en muchas ocasiones son fondos buitres que especulan con la vivienda.

¿El carril Bus-VAO es un acierto o un error?
—Un acierto porque está planteado para fomentar la movilidad colectiva y pública. Lo que no puede ser es que si somos un millón de personas en Mallorca, tengamos un millón de coches.

¿Harán más?
—No lo hemos estudiado. Lo que planteamos es hacer la transferencia de las competencias de transporte terrestre al Consell, que tiene las infraestructuras; tenemos que hacer un plan estratégico de movilidad, que nos deben dibujar dónde están las puntas de movimientos y las soluciones. No hay que hacer más infraestructuras, sino quitar coches. Eso lleva un trabajo de concienciación. También planteamos deshacer algunas infraestructuras saturadas, como soterrar la vía de cintura que tiene que ser un espacio para unir barrios.

¿Cómo lo financiarán?
—Tiene que venir del Estado, que está haciendo aves y autopistas en la Península y aquí no hace infraestructuras ferroviarias.

¿Cree que el transporte público tiene la calidad necesaria como para que los ciudadano puedan dejar el coche en casa y llegar a tiempo al trabajo, etc.?
—No. El transporte público ha mejorado, pero necesita hacerlo más. Se deben mejorar las frecuencias y la conectividad, no tiene sentido que entre Petra y Sant Joan no puedas ir en transporte público.

Uno de los asuntos más peliagudos de la legislatura ha sido el de las menores tuteladas, ¿qué planes tienen?
—Lo que hay que hacer es trabajar de forma silencioso y anónima. Por encima de todo, se debe proteger a las menores y nunca, nunca, nunca, revictimizarlas; que es lo que hace en según que juegos políticos

Tras ocho años de gobierno de izquierda, ¿qué se debe mejorar con urgencia en la Isla?
—Se han notado estos cuatro años. En la legislatura 2015-2019, que presidió Miquel Enseyat (Més) hicimos una puesta en marcha de la maquinaria del Consell; María Salom lo había parado, había desmantelado los servicios, no había personal. Esta legislatura se ha hecho un trabajo de modernización y agilización de la administración. La próxima, tendremos que conseguir la simplificación y poner fácil a los ciudadanos la relación con la administración. También se debe mejorar, no quiere decir que no se haya hecho bien pero ha de tener continuidad, las políticas para las personas mayores y los jóvenes, el deporte base, la promoción económica y el apoyo a los municipios.

Recordaba que ha habido momentos difíciles con el PSOE, ¿cómo es su relación con Catalina Cladera?
—Mi relación es buena con todos los compañeros

¿Cree que Més tendría que haber roto el pacto cuando sucedió lo del patrocinio del Mallorca?
—Creo que Més está por encima de un patrocinio a un club deportivo. Més está para transformar esta Isla y cuando las transformaciones pueden estar en peligro, creo que un patrocinio no lo hacía, es cuando Més se debe plantear si no es conveniente continuar en el gobierno.

¿No haber podido tirar sa Feixina es la espinita de esta legislatura?
—Es la espina de la memoria democrática, de reivindicar las víctimas del fascismo y del franquismo. Que no se haya podido tirar es mantener vivo un monumento que enaltece el fascismo. No hay que haber estudiado en Harvard, pero Vox hace sus mítines allí.