Las ministras de Podemos Ione Belarra e Irene Montero. | Efe

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¿Las ministras del primer Gobierno de coalición, Irene Montero y Ione Belarra, suman o restan? ¿Podemos aporta al triunfo de la izquierda, o más bien inhabilita a esta para alcanzar la mayoría? Aparentemente la falta de entendimiento a escala nacional entre la dirección del partido morado y Sumar de Yolanda Díaz se focaliza en los vetos y las líneas rojas. Así lo denunció el lunes el fundador Pablo Iglesias, quien acusó de querer marginar a Podemos a Más País, Compromís y los Comuns de Ada Colau, todos socios preferentes de la dirigente gallega. Para otros, el problema es obstinarse en mantener en la primera línea política a las dos ministras con peor valoración pública del Gobierno de Pedro Sánchez.

En sus manifestaciones Iglesias tiende a defender a capa y espada las políticas que en los últimos tiempos han liderado desde sus ministerios tanto Ione Belarra como Irene Montero. De esta última señaló recientemente que es uno de los principales activos de la izquierda, puesto que si la ministra de Igualdad gusta tan poco a derecha y extrema derecha, «por algo será». Su posición, legítima a todas luces, no empaña el hecho de que esa sea tan solo su posición, y que aparentemente Yolanda Díaz defienda otra distinta.

Dicho de otro modo, hay quien apuesta porque la vicepresidenta y ministra de Trabajo tiene todo el derecho del mundo de incluir en sus listas para las elecciones generales del 23J a quien ella considere oportuno. A quien en boca de la líder de Más Madrid, Mónica García, articule mejor el capital político para afrontar batallas decisivas que se han de librar, como las reformas económicas y agenda verde, la necesaria actualización del sistema de salud o el encaje de la salud mental, así como los derechos del colectivo LGTBI.

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Muchos han dado el paso en las últimas horas. Ejemplificante fue el anuncio del ‘fichaje’ del exdirigente de Podemos Pablo Bustinduy para el equipo de campaña de Díaz. Hay quien cree, y así lo ha dicho en voz alta en estos días de reuniones discretas, que lo más sofisticado que tenía Podemos ya está integrado a día de hoy en Sumar. Que en Podemos queda poco más que la jerarquía, que se resiste a diluirse ‘sin pena ni gloria’ en un amalgama de siglas y movimientos en los que a buen seguro pasará desapercibida.

El ministro de Consumo, Alberto Garzón, mostró el camino hace unos días tanto a Montero como a Belarra. El también coordinador de Izquierda Unida (IU) ha sido en el pasado blanco de las campañas de la derecha. Recordemos los líos con los ganaderos, a cuenta de sus comentarios en calidad de ministro sobre las macrogranjas. La tarea de Garzón en el primer ejecutivo central de coalición de la democracia española ha sido por momentos discreta y por momentos estridente, más por el ruido a su alrededor que por la literalidad de sus palabras. Sin embargo, Garzón ha admitido el desgaste y ha decidido dejar paso.

No parece que Belarra y Montero sigan el ejemplo de Garzón en lo que queda de aquí hasta el viernes, el día de la verdad en el cual sabremos si Podemos casa con Sumar, o cada cual va a lo suyo de ahora en adelante y hasta el 23J. Este mismo miércoles la líder de los comuns en el Parlament de Cataluña, Jéssica Albiach, ha erigido a la ministra de Igualdad y secretaria de Acción de Gobierno de Podemos como un «buen activo político». Albiach ha defendido que Montero concurra en unas listas de Sumar a las próximas elecciones generales si finalmente se produce el ansiado acuerdo, y si ella así lo desea. Pero Albiach no ha hablado del orden en el que Montero debe concurrir a los comicios. Eso, si acaso, lo decidirá Díaz con las personas de las que hace tiempo decidió rodearse.