Mateu Isern junto a Biel Company. | Jaume Morey

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El PP Balear es ahora mismo el Polo Norte: mucho hielo y mucha frialdad en la superficie, pero por debajo bulle el cambio climático de encontrar los candidatos más adecuados de cara a las próximas elecciones autonómicas y locales. Es este contexto enrarecido los principales protagonistas ponen cara pétrea de esquimal. Y callan. Pero las bases y cuadros medios son otra cosa: por lo bajini, charlan por los codos. Y de diferentes lugares llega el mismo rumor: «Company le ha ofrecido a Mateu Isern que vuelva a ser candidato a la Alcaldía de Palma».

Como es natural, el presidente del partido ya ha cosechado una negativa «rotunda» por parte del exprimera vara. Mateu ya no es el novato sonriente del año 2010 al que los rodriguistras le embarcaron para que fuese el acalde y tras la toma de posesión se dio cuenta de que querían convertirlo en un florero sin capacidad de decisión. Allí comenzó a gestarse el desastre electoral del 2015 y también se forjó un Mateu Isern mucho más hecho, listo y ya muy difícil de embaucar. Fueron los rodriguistas quienes le exigieron a Bauzá que Isern no siguiera de alcalde y éste, celoso de la popularidad del alcalde, aceptó de buen grado con la única condición de nombrar él a su sucesora: Así llegó a cabeza de lista Marga Durán. Sin comerlo ni beberlo, flotando por encima de los temporales que por entonces azotaban al partido.

Esta negativa «rotunda» de Isern suena a jugada táctica. Por un lado porque en 2015 se marchó a su casa poniendo a Maquiavelo por testigo de que él no volvería. Por el otro, porque ahora le va dejar las cosas claras a Company (según se rumorea en el PP): «Si vuelvo es para ser el alcalde de verdad, no para ejercer de marioneta. El terreno entre nosotros ha de quedar perfectamente delimitado, siempre desde la lealtad al partido y a las instituciones. Yo hago la lista electoral desde el consenso; las decisiones que tome, deben ser respetadas, y se han acabado para siempre las zancadillas y los celos». Así debería hablarle muy pronto Isern a Company, por el bien de ambos.

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Y éstas son efectivamente las palabras que sellarían el pacto. El presidente del PP-Balear necesita a Isern. El santjoaner confía en sus propias fuerzas para lograr un excelente resultado en la Part Forana. Pero precisa como el pan del tirón palmesano, que podría proyectarse, en parte, a Calvià y las diferentes urbanizaciones de Marratxí y Llucmajor. Sin un buen resultado en la bahía de Palma difícilmente el PP puede aspirar a recuperar el Govern y Cort.

Company ha de frenar el crecimiento de Ciudadanos en la bahía y, por otro lado Jorge Campos con su Actúa intenta buscar afiliados entre gente de base del PP que fue activa en otros tiempos y que ahora duerme el sueño de los osos polares.

Sin que ello quiera decir que se pasen al partido de Campos, al PP le llegan noticias de goteo de bajas entre sus filas. Últimamente se han ido cuatro o cinco de Calvià, entre ellos Jaume Tomàs y Joaquín Molina, un agente que estuvo en el círculo político íntimo de Carlos Delgado. En Palma pasan cosas parecidas. Hay movimiento y Company tiene hambre de aldabonazo. Y el más sonado, el que frenaría todas las desmoralizaciones, el que insuflaría moral y bombearía corazones es el 'pata negra' Mateu Isern, que de momento dice «no, no y no». De momento... «Y en esas estamos», se runrunea en el PP.

«¿Y qué hacemos con Marga Durán?». Si Mateu acepta ser candidato y posible alcalde «de verdad, de una pieza y sin pirulas por la espalda», a Marga ya le están preparando la llamada de Maíllo desde Génova: «Mira Marga, Mateu sacó 17 concejales en 2011 y tú muchos menos cuatro años más tarde...no nos podemos permitir otro desastre así. Lo has hecho muy bien en la oposición, pero necesitamos a un candidato que nos dé no sólo tirón en Palma, sino en muchos más sitios». ¿Aceptará Isern? Company respirará aliviado si lo hace. Tiene el apoyo de Madrid para llevar a cabo la operación, lo cual garantiza estabilidad interna. Y el goteo de militantes hacia otros grupos y grupúsculos podría cortarse de raíz. Pero Mateu, ahora mismo, sigue casado con el 'no, no y no'.