Los ciudadanos vuelven a estar convocados a las urnas el próximo 10 de noviembre. | Efe

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El próximo 10 de noviembre los ciudadanos vuelven a tener una cita con las urnas, las cuartas elecciones generales en cuatro años. El hastío cunde entre los electores y la amenaza de las abstención se cierne sobre la nueva convocatoria. ¿Por qué se vuelven a repetir las elecciones?, se preguntan muchas personas.

Básicamente, por la incapacidad de los partidos políticos de llegar a un acuerdo. Si el mismo 28 de abril por la noche, tras conocerse los resultados electorales se dio por descontado un acuerdo entre PSOE y Podemos, la desconfianza entre los líderes de ambas formaciones políticas, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, lo ha hecho imposible. Muchos aseguran que Sánchez ya pensaba en repetir las elecciones esa misma noche.

Además, de la desconfianza política hay que tener en cuenta que PSOE y Podemos no sumaban juntos los 176 escaños que dan la mayoría absoluta, por lo que necesitaban el apoyo de los independentistas y los socialistas no estaban dispuestos a aceptarlo a cualquier precio.

Sí había una suma posible: PSOE y Ciudadanos, pero la formación liderada por Albert Rivera se negó rotundamente a dar su apoyo a Sánchez ya en la campaña electoral.

La celebración de las elecciones autonómicas y municipales el día 26 de mayo dejó en suspenso las negociaciones, ya que se pensaba que la formación de estos gobiernos podía influir en la constitución del nacional. Sin embargo, no fue así. Los diferentes gobiernos autonómicos se fueron constituyendo, muchos como el de Baleares, gracias a un acuerdo de colación entre socialistas y podemitas -aquí también entró Més-; al igual que en los ayuntamientos. En estos casos no había desconfianza.

Poco a poco, las relaciones entre el PSOE y Podemos se fueron deteriorando, al igual que entre Sánchez e Iglesias. Uno de los principales problemas es que nunca hubo una negociación seria entre estas formaciones políticas; los contactos se dejaron para la última semana y fueron más de cara a la galería y en los medios de comunicación.

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El 25 de julio de 2019 se celebró la segunda jornada de la sesión de investidura: Sánchez la perdió y los ciudadanos sufrieron atónitos un espectáculo poco edificante. Podemos rechazó el gobierno de coalición que le ofrecieron los socialistas (con una vicepresidencia social y tres ministerios), ya que consideraban que tenía poco peso. Previamente, Iglesias había renunciando a formar parte de ese gobierno ya que fue uno de los requisitos que puso el líder del PSOE.

Iglesias hizo un último intento por llegar a un acuerdo y en pleno debate de investidura hizo una última oferta a Sánchez, para intentar cerrar un gobierno in extremis: renunció al Ministerio del Trabajo a cambio de las políticas activas de Empleo. Además, añadió que era una oferta que le había aconsejado una persona muy importante del PSOE; después se supo que José Luis Rodríguez Zapatero.

Los socialistas no aceptaron y este mercadeo de cargos recibió muchas críticas. Además, el líder socialista dejó claro que no habría una segunda oportunidad en septiembre. Desde ese momento, todos los partidos se pusieron a buscar un culpable de la repetición electoral.

Además, Sánchez volvió a poner en marcha la maquinaria electoral y se reunión con numerosos colectivos sociales para elaborar un documento programático. Al mismo tiempo, le permitía poder explicarles su mensaje: la repetición electoral no era su culpa y él se mantenía activo, buscando una solución.

La tensión entre ambos partidos fue a más y en verano en el Palacio de Marivent, Sánchez dijo claramente que desconfiaba de Iglesias.

Llegó septiembre y se vio claramente que no era posible un acuerdo entre PSOE y Podemos. Cuando menos se esperaba, Ciudadanos reapareció en escena, ofreciendo un acuerdo a los socialistas si cumplían una serie de requisitos, como la aplicación del 155 en Cataluña. Esto se interpretó como una maniobra electoral, ya que la formación naranja es la más perjudicada por la repetición electoral, según las encuestas.

Por su parte, el PP optó por un segundo plano y espera poder aprovechar la nueva oportunidad para lograr un mejor resultado electoral, tras la debacle del pasado 28 de abril.