Casa Capó, in Vespa Mallorca é più bella

La empresa ha superado varias crisis económicas y la desaparición de marcas como Derbi, pero se sigue manteniendo como un referente en el sector

De izquierda a derecha, Catalina Capó, su hijo Bernat Mateu, Cecilia Capó y su padre Pedro Capó. La empresa, fundada por ‘l’amo en Bernat’ en 1960, está actualmente dirigida por la tercera generación, con Cecilia como gerente y administradora de la sociedad | Foto: Aina Ambrosio

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Dicen que la rueda fue el primer gran invento de la humanidad, ya que facilitó en gran medida el transporte y la movilidad, tanto de mercancías como de personas. La evolución se aceleró y la civilización dio uno de sus grandes saltos. Sin embargo, tuvieron que pasar muchos años para que la rueda dejara de ser un elemento de uso estrictamente utilitario y se convirtiera en parte esencial de un gran divertimento. Desde las ruedas de madera de las cuadrigas empleadas en los circos romanos hasta las usadas en los primeros velocípedos de hace un par de siglos, los cambios han sido radicales. Así, la bicicleta, con sus distintas versiones y modalidades, se fue transformando y convirtió el ciclismo en uno de los deportes con más adeptos en el mundo. El siguiente paso era evidente: alguien tuvo la feliz ocurrencia de ponerle motor a una bicicleta y dio a luz a la primera motocicleta.

Algo similar ocurrió en la creación de Casa Capó, una empresa familiar referente en el sector de las motos. La historia se inicia con Bernat Capó i Plomer, l’amo en Bernat, un exitoso ciclista profesional, que llegó a conseguir dos triunfos de etapa en la Vuelta Ciclista a España de 1950, además de haber sido campeón de España de ciclismo en ruta en 1947. Retirado de la competición en 1953, decidió abrir un bar junto a un socio, el Novedades, pero la aventura no tuvo un largo recorrido. Recapituló y se dedicó a lo que mejor conocía, las ruedas, por lo que abrió una tienda de bicicletas.

Poco después, en 1960, se convirtió en agente de la moto de moda de la época, la Mobylette. El éxito continuaba acompañándole y en 1968 adquiere su primer local en la calle Foners y de la mano de Derbi, una marca en pleno auge, acaba transformándose en uno de los primeros negocios de motos de la zona, el epicentro del sector en Palma. Apellidos como Salom, Marín o Miralles, fueron algunos de los pioneros que instalaron sus negocios en lo que hoy llamaríamos el distrito motociclista de la ciudad.

Los inicios de Casa Capó tienen origen catalán: Puig, Rabasa o Derbi fueron las primeras marcas con las que trabajó l’amo en Bernat, además de la ya citada Mobylette. Los coches eran inaccesibles para una gran parte de la población y los ciclomotores representaban la posibilidad de conseguir a un vehículo de manera rápida y barata. La demanda no paraba de crecer y Casa Capó llegó a contar con más de 100 agentes, repartidos por toda la isla. En la memoria, el año récord de 1978 con 3.600 motocicletas despachadas, una cifra histórica y difícilmente asumible hoy en día. Se vendían por un precio de 12.000 pesetas, que se pagaban en plazos mensuales. Pero el sueño de Bernat no era tener una gran tienda física, sino dar servicio a toda la isla, por lo que su apuesta fue conseguir una gran red de agentes comerciales, lo que antes llamábamos viajantes, que llegaran hasta el último rincón de una Mallorca que, en la década de los ochenta y los noventa, estaba en plena ebullición. Precisamente, el servicio y la atención al cliente han sido siempre una de las constantes de Casa Capó, lo que les ha hecho mantener agentes desde casi sus inicios, como Tòfol Bennàssar en Felanitx o el taller Sansaloni en Artà y clientes repetidores que acuden a Casa Capó con fidelidad absoluta cuando quieren renovar su moto. Eran tiempos de bonanza y el éxito llegó al punto de que en un momento determinado se quedaron literalmente con stock cero, es decir, no tenían nada que vender porque todo lo que había, tanto en el almacén como en la tienda, ya estaba vendido.

Casa Capó
Cecilia Capó y Juan Recasens comparten trabajo y afición.

Bernat Capó, casado con Antònia Ramis, tuvo dos hijos. Catalina, la mayor, empezó a trabajar en Telefónica, además de ocuparse del cuidado de la parte familiar. No se incorporó a la empresa hasta que «els fills estigueren surats» y cuando lo hizo se dedicó a la parte administrativa y a las ventas en tienda. Pedro, el pequeño, que había estudiado peritaje mercantil en la Escuela de Comercio, se incorporó a la empresa en 1975 al ser reclamado por su padre en vista del éxito del negocio.

Los tres convivieron en la empresa durante algún tiempo, lo que garantizó a la segunda generación una formación práctica y al fundador la seguridad de que el negocio se quedaba en buenas manos.
Los movimientos comerciales de las grandes marcas internacionales acabaron influyendo en la incipiente empresa familiar. Derbi se juntó con Aprilia y Kawasaki y Puig se alió con Suzuki lo que provocó que Casa Capó distribuyera a la vez dos marcas japonesas, competidoras entre sí, lo que llevó a que tuvieran que renunciar a Suzuki y siguieran con Kawasaki durante 20 años, desde 1985 hasta el 2005. Posteriormente Derbi, que había sido el emblema de toda una generación y la marca que todos los mallorquines asociaban con Casa Capó se vendió en el año 2002 al Grupo Piaggio. Desde entonces, Casa Capó es el concesionario exclusivo para toda Mallorca de Aprilia, Piaggio, Moto Guzzi y Vespa. El grupo también incluye Derbi, pero solo como marca, ya que actualmente no se fabrican estas motocicletas.

El caso de Derbi es paradigmático del ascenso y caída de una marca emblemática: de ser líder en ventas y un icono juvenil, que se asociaba a los triunfos en grandes premios, a desaparecer del mercado. Sin embargo, donde se cierra una puerta se abre una ventana y en este caso fue Vespa quien tomó el relevo hasta ser el nuevo producto estrella, la joya de la corona del Grupo Piaggio. La Vespa, en sus diferentes versiones clásicas, modernas o en ediciones exclusivas, se ha convertido en el oscuro objeto del deseo de todo amante de las motos. Una Vespa representa la libertad, la alegría, la comodidad, el diseño. Es un símbolo de la dolce vita. De hecho, Casa Capó celebra desde hace diez años una vuelta a Mallorca en Vespa con el objetivo de que sus clientes y amigos puedan disfrutar de la isla sin prisas, sin agobios, con paradas en lugares emblemáticos que devuelven la pasión por el goce de conducir. La Vespa es hoy el producto estrella de la compañía. Reciben encargos de toda Mallorca, pero cada vez son más los extranjeros que tienen su segunda residencia en la isla y utilizan la moto como un medio de transporte divertido, ecológico y fácil de aparcar.

Tras la jubilación de Pedro y de Cati, la tercera generación ha tomado las riendas de la empresa. Cati tuvo dos hijos, el mayor Gabriel, médico de formación, ejerce anatomía patológica en Son Espases y Bernat, que estudió graduado social y trabaja en la empresa como responsable de recambios y almacén de las cuatro marcas del grupo Piaggio. Pedro tuvo dos hijas, Cristina, que estudió magisterio y ayudaba en la tienda durante las vacaciones de verano, y Cecilia que se formó como técnica en turismo e idiomas, su pasión, pero acabó asumiendo la dirección del negocio y la administración general de la empresa. También está en la compañía Juan Recasens, marido de Cecilia y que se encarga de la parte administrativa y de ventas.

Al ser preguntados por si han recibidos alguna oferta de compra, Pedro sonríe con discreción, uno de los sellos de la casa. «Hemos superado cuatro crisis profundas y, a pesar de ello, alguna oferta de compra hemos recibido, pero por ahora no tenemos ninguna intención de vender», afirma con el convencimiento de que la compañía goza de una salud excelente, basada en unos principios sólidos, unos valores muy arraigados, unos productos de primera calidad y una clientela que les acompaña desde sus inicios. Precisamente, el cliente ha sido siempre el centro de sus acciones, el motor que les mueve y la gasolina que les permite seguir avanzando.

Cas capo
En Casa Capó se encuentran motos de las cuatro marcas que ofrece el Grupo Piaggio: Vespa, Moto Guzzi, Aprilia y Piaggio.

No tienen protocolo familiar porque hasta la fecha no lo han considerado necesario. El reparto accionarial está muy definido y «su reglamento» son las excelentes relaciones que mantienen la segunda y la tercera generación. «Tenemos muy claro lo que ha costado llegar hasta aquí, tanto en esfuerzo profesional como familiar, y no vamos a olvidarlo. Las decisiones se toman siempre pensando en lo mejor para la empresa, porque será lo mejor para la familia. Tampoco tenemos consejeros externos y procuramos separar las reuniones familiares de las profesionales». Los beneficios que genera la empresa se reinvierten en la mejora y modernización de las instalaciones y recientemente han adquirido un nuevo local en la zona para poder ampliar el almacén y la exposición de ventas, lo que les permitirá seguir gozando de la categoría de Motoplex, que les da acceso a unas mejores condiciones a la hora de negociar con la casa madre italiana.

La tipología de sus clientes depende de cada marca: el clasicismo de los amantes de la Moto Guzzi; los que adoran la velocidad de la Aprilia en los grandes premios; los que acceden a su primera scooter con la Piaggio o los románticos enamorados de la Vespa, cada vez más icónica y cada vez más demandada. La electrificación es la asignatura pendiente de las motocicletas, en general. No han acabado de poder ofrecer lo que el mercado solicita para que el producto sea verdaderamente atractivo. Tal vez sea, porque la moto ya se considera un vehículo ecológico, poco contaminante, fácil de aparcar y con una gran contribución a la movilidad más sostenible.

Casa Capó ya ha cumplido 65 años, pero no tiene intención de jubilarse. Más bien al contrario. Han superado los malos momentos de las crisis mencionadas y se han fortalecido manteniendo un acuerdo que se renueva anualmente con el Grupo Piaggio, lo que demuestra la consideración que la multinacional italiana les profesa. Nuestra isla es una maravilla, pero recorrerla en moto confirma que Mallorca è ancora più bella in Vespa, siempre a la velocidad adecuada y con el casco en la cabeza para asegurarnos de poder repetir la experiencia.

El álbum

El álbum familiar de Casa Capó: Las dos ruedas siempre han estado ligadas a la familia Capó. Primero en el ciclismo, en el que Bernat triunfó como profesional. Más tarde, una vez retirado, con las motos. En el álbum, vemos a Bernat Capó compitiendo como ciclista profesional. A su derecha, una foto de la boda de Dominique Lenoble y Pedro Capó y, años después, junto a un grupo de amigos también relacionados con el ciclismo. Abajo a la izquierda, padre e hijo, Bernat y Pedro junto a una cartel publicitario de Derbi, la marca de moda en aquel tiempo, y que siempre se asociaba a Casa Capó. A su derecha, una foto entrañable con toda la familia Capó: arriba, Gabriel, Dominique y la abuela Antonia Ramis; abajo, Cecilia, Cristina y Bernat. La foto, lógicamente la hizo Bernat Capó, el fundador de la empresa. En la página siguiente, la fotografía de la celebración de los cincuenta años de Rabasa y una imagen del equipo ciclista que patrocinó Casa Capó durante varios años. En la foto de la izquierda, Cecilia demuestra que su ilusión por las motos empezó siendo una niña, al igual que la pasión de su padre por las bicicletas, como muestra la foto de la derecha. La imagen de Cecilia y Pedro en una de las ediciones de la vuelta a Mallorca en Vespa son la garantía de que el futuro está asegurado.