Patricia Bárcena
Patricia Bárcena

Asesora y formadora en marketing online

El negocio de la publicidad digital

TWL

Vemos decenas de anuncios cada día mientras navegamos por redes. Algunos los pasamos de largo, otros nos hacen clic. Lo que muchas veces no se percibe es el impacto real que tienen en la economía. Según el último informe de Meta, los anuncios personalizados generaron en 2024 un total de 213.000 millones de euros para el PIB europeo y casi 1,5 millones de empleos. En España, la cifra alcanza los 18.880 millones de euros y 128.000 puestos de trabajo.

No hablamos solo de grandes marcas, sino de miles de pequeños negocios que logran visibilidad gracias a campañas segmentadas, con presupuestos ajustados y enfoques muy concretos. Esos anuncios que aparecen entre historias y publicaciones están sosteniendo una parte nada menor del tejido económico digital.

Este modelo comenzó a tomar forma en la era de Sheryl Sandberg, cuando llegó a Facebook en 2008 y consolidó su visión: monetizar la red a través de la segmentación publicitaria. Fue entonces cuando se pasó de una plataforma para «conectar con amigos» a un espacio clave para que negocios de todo el mundo pudieran llegar a audiencias específicas con mensajes a medida. Y aunque el sistema ha evolucionado mucho desde entonces (especialmente con la llegada de la inteligencia artificial), la lógica sigue siendo la misma: mostrar el mensaje correcto, a la persona adecuada, en el momento justo.
Hoy, las herramientas son más accesibles. La IA acelera procesos, optimiza resultados y permite que incluso quien no sabe de marketing pueda lanzar una campaña. Pero el modelo no está exento de críticas ni riesgos: la dependencia de plataformas privadas, la gestión de los datos y la saturación siguen generando debate.

Lo que muestran los datos no es una solución mágica, pero sí una tendencia sostenida: la inversión en redes sociales es ya una parte clave del ecosistema publicitario europeo. Y conviene analizarla con la atención que merece.