El turismo vive una transformación profunda. La evolución de los procesos, la incorporación de nuevas tecnologías y los cambios en los hábitos de la sociedad nos exigen adaptarnos sin perder de vista lo esencial: las personas. En Balears, más de 180.000 personas trabajan directamente en el sector, un sistema del que formamos parte tanto empresarios como trabajadores.
Desde la FEHM hemos impulsado, como novedad en la negociación colectiva, un estudio técnico para dotarla de rigor y fundamento, a partir de una base sólida, objetiva y medible. No nos basamos en opiniones. Este análisis demuestra que, entre 2014 y 2024, los salarios recogidos en el convenio colectivo de hostelería de Balears han aumentado un 34,6%, frente a un IPC acumulado del 24,3%. Esto se traduce en una ganancia real del poder adquisitivo del 8,3%. Preservar y garantizar ese poder adquisitivo significa que los grandes condicionantes del coste de vida —como la vivienda o la cesta de la compra— ya han sido protegidos en estos acuerdos. Por tanto, hablar ahora de una subida adicional del 19% en tres años, como se propone desde algunas posiciones sindicales, desatiende esta realidad objetiva y pone en riesgo el equilibrio del sector.
Pero más allá del «cuánto», debemos abordar el «cómo». La productividad es el gran reto de esta nueva etapa. Mejorar no significa hacer más, sino hacerlo mejor. Apostar por una oferta turística más diversa, desestacionalizada y de calidad requiere repensar la formación, atraer talento y adoptar herramientas que mejoren la eficiencia sin perder el enfoque humano. También los empresarios debemos asumir nuestro rol en esta transformación y mantenernos en aprendizaje constante.
La base de este nuevo marco debe incluir también las nuevas demandas laborales: salud, conciliación, flexibilidad. Estos factores son hoy determinantes para la motivación y la fidelización del talento, y deben ocupar un lugar destacado en las mesas de negociación, sin perder de vista la singularidad y la naturaleza de la actividad turística, cuyos servicios se prestan precisamente en el tiempo de disfrute de otros ciudadanos.
El diálogo social no debe limitarse a las reuniones formales. Se construye día a día, con relaciones laborales fluidas y voluntad compartida de adaptarse. Cada 1º de mayo debería celebrarse como el fruto de esa colaboración y de los avances compartidos, más que como una trinchera de viejas reivindicaciones. Las conquistas sociales que se reflejan en los convenios colectivos son el resultado del esfuerzo conjunto de las dos partes que negocian y alcanzan acuerdos beneficiosos para todos.
No se trata de dividir en bandos ni de estimular la polarización. Se trata de remar juntos.
Muchas de las reivindicaciones sociales —legítimas y necesarias— traspasan la responsabilidad de los empresarios. Son las administraciones, en el ejercicio de sus competencias y a través de una gestión eficaz, quienes deben ofrecer respuestas a los problemas que plantea la ciudadanía.
Empresarios, trabajadores e instituciones compartimos la responsabilidad de asegurar que Balears siga siendo un destino competitivo, sostenible e inclusivo. Y eso solo lo lograremos si trabajamos en una misma dirección, con visión, datos y compromiso. Cada uno desde su función, pero con una hoja de ruta común.