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Posiblemente hablar de freno de la inflación cuando todavía se están publicando datos altos, especialmente los de la subyacente (la que elimina energía y alimentos perecederos), parece una osadía. Sin embargo, la realidad es que los datos mensuales agregados (la suma de los incrementos de precio mes a mes) han visto como la pendiente de este crecimiento se ha aplanado mucho. La causa de esta menor subida de precios está clara: las materias primas en el último año han caído, tanto las energéticas, como las alimentarias como las industriales, únicamente oro y algunos materiales preciosos están en positivo a 12 meses.

Es cierto que, aún así, los precios siguen subiendo: se debe a una «inflación de segunda ronda» que se pone de manifiesto con las subyacentes tan altas. El efecto de las subidas de tipos todavía deben hacer mella en esta fase y provocar más moderación de los precios, en ningún caso bajadas, al menos que sean sostenidas en el tiempo.

La consecuencia directa es que también se tienen que relajar las subidas de tipos de interés de los Bancos Centrales; posiblemente queda alguna aún, pero el techo está cerca. De hecho, la mayoría de analistas ya descuentan una bajada de tipos de interés en Estados Unidos durante este mismo año.
Evidentemente, todo esto afecta a las bolsas: las empresas cotizadas venden productos a un precio que si no se adapta a la inflación de los costes les perjudica en sus beneficios, tienen deuda que, al subir los tipos de interés, les genera más costes financieros y, además, esta inflación y los intereses, pueden provocar una severa ralentización de la economía.

Ante este escenario puede haber sectores ganadores y perdedores. Uno de los más importantes es, sin duda, el bancario, que muestra pros y contras: las subidas de tipos de interés le han ido bien para recuperar márgenes, pero si llega a verse una recesión hay que tener en cuenta que es un sector muy cíclico; sus clientes harían impagos, pedirían menos hipotecas, invertirían menos y eso les perjudicaría. Aún así, los ratios a los que cotizan parecen descontarlo.

Otro muy relevante es la inmobiliaria, que se analizó hace dos semanas en esta sección. En EEUU, Canadá o Reino Unido los precios han caído al ritmo de las subidas de tipos, en la Zona Euro va más retrasado. Hay que tener en cuenta que hay subsectores inmobiliarios que, además, no serían afectados a una recesión: residencias, trasteros u hotelería low cost (campings, hostels…).
La tecnología, con mucho peso en Estados Unidos, pero absolutamente nulo en España, tiene una doble ventaja: las empresas rentables y con poca deuda cayeron el año pasado y ya se están recuperando éste, y la más disruptiva suele estar muy endeudada y una relajación de tipos les iría muy bien, especialmente en un momento donde la inversión en Inteligencia Artificial está en pleno apogeo.

Por último, pero no menos importante, hay dos sectores defensivos por excelencia: las telecomunicaciones, con ingresos recurrentes (en algunos casos con mucha infraestructura perjudicada el año pasado por el incremento de costes financieros) y la salud, que este año se está quedando rezagado, cuyos ingresos no dependen del entorno financiero ya que es un bien de primerísima necesidad.