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Siempre se dice que en épocas de crisis los ricos son más ricos. Y tiene todo el sentido: aprovechan oportunidades «gangas» para invertir, ya sea en inmobiliario, en bolsas o en negocios no cotizados en selectivo alguno. Dentro de la bolsa hay un sector donde se refleja esto: el lujo, que se ve menos afectado por el entorno económico ya que sus consumidores no se ven perjudicados (en su mayoría) si hay una crisis.

En Europa hay varias empresas cotizadas: la italiana Ferrari, la suiza Richemont (Cartier, Old England…) y las francesas Kering (Gucci, Balenciaga…), LVMH (Louis Vuitton, Moët & Chandon, Bulgary…), Hermes o Pernod Ricard. Además, sin ser sector lujo puro también hay que tener en cuenta Daimler (Mercedes), Estee Lauder o Diageo. Por supuesto, encontramos más empresas de lujo fuera de nuestro continente: Tesla, Hilton, Marriott, American Express o InterContinental Hotels.

La cuestión es si el momento actual puede ser bueno para este tipo de compañías. Partiendo de la base que el mundo se está desacelerando (por la alta inflación que ha obligado a los bancos centrales a subir tipos de interés), el sector lujo es defensivo en base a los argumentos comentados al inicio.
Otro punto a favor lo encontramos en China, país que genera una parte importante de los ingresos de estas empresas.

Pues bien, tras años de cierre aparentemente motivado por la COVID, este 2023 está siendo en de la reapertura del gigante asiático con la ventaja que eso supone para estas empresas que compensa de sobras la pérdida de negocio en Rusia, país con el que han dejado de operar.

Precisamente los atractivos precios tras las caídas del año pasado, motivadas en gran parte por Rusia y China es otro de los atractivos del sector, aunque ya han recuperado en parte las pérdidas. De hecho, LVMH está en sus máximos históricos y Ferrari, Hermes o Richemont están luchando por consolidarlos; mientras que Kering y Pernod Ricard tienen margen. La firma de automoviles Tesla de Elon Musk se desplomó el año pasado. Solo con esta última explicación aparecen dos ventajas adicionales: la descorrelación con las bolsas (pocos sectores están en máximos históricos) y el potencial técnico que supone una rotura de máximos históricos.

La diversificación de la cartera es otra de las grandes virtudes de invertir en «lujo»: a la mencionada descorrelación con el mercado que reduce riesgo (sin renunciar a rentabilidad) se une que dentro del «lujo» podemos encontrar empresas muy diferentes: joyería, deportes, hoteles, ropa, perfumería, coches «tradicionales», coches eléctricos y autónomos o bebidas. Claro está que es difícil que un inversor pueda comprar estas empresas manteniendo diversificación en otros sectores como la tecnología, banca, energía, salud o inmobiliario, pero se puede invertir vía fondos de inversión.
Los dos más conocidos son el GAM Multistock Luxury Brands Equity y el Pictet-Premium Brands que invierten en las compañías mencionadas anteriormente y que, por tanto, cualquier inversor puede acceder a todas ellas, especialmente en las que los gestores profesionales y especializados en el sector vean mejor, a través de una sola inversión y de forma fiscalmente óptima.