Bosch afirma que es posible que los costes se hayan “comido” el incremento de la facturación. | JAVIER COLL

TW

José Bosch Camps preside desde hace siete años esta entidad de restauradores menorquines con un centenar de asociados que está integrada en CAEB. Vinculado al grupo Recibaria como responsable de administración, es propietario también de un hotel de interior en Ciutadella junto a su hermano.

¿Cómo ha ido la temporada?
La novedad es que la temporada todavía no se ha acabado porque la gran mayoría de restaurantes ubicados en urbanizaciones turísticas siguen trabajando, lo que es una buena noticia porque la temporada se alarga a los siete meses. Empezamos disparados en Semana Santa, hubo un poco de freno en mayo pero enseguida empalmamos con los meses de verano donde el sector ha trabajado mucho.

¿Es a nivel general?
Te diría que sí, recordando cifras de 2019. Vemos un cambio de tendencia desde la pandemia con otro tipo de cliente que busca la experiencia gastronómica. El porcentaje de viajeros que van por libre respecto al que viene con turoperación está subiendo y esto se nota en servicios como el nuestro. Los restaurantes de gama más alta quizás son los que han notado una bajada de la media por cubierto porque también hay un tipo de público que se mueve por postureo y acude a estos establecimientos más para hacerse la foto de que han estado que no para comer bien.

¿Les ha beneficiado el hecho de ser Región Gastronómica Europea?
Todavía es pronto para hacer balance pero creo que la repercusión que se ha conseguido es muy buena para el destino. Eventos como el que hemos tenido el pasado fin de semana con el Congreso de Periodismo Gastronómico, el acto que se hizo en París, el Concurso de Vaca Vermella han sido puntales de promoción. Seguro que se podría haber aprovechado todavía más pero yo le pongo un notable.

Balance positivo, pues.
Estamos contentos por el hecho de que hemos podido facturar más pero ello no significa que se vaya a traducir en beneficios. La gestión del negocio de hostelería se ha complicado muchísimo por diversos factores que incluso pueden amenazar la viabilidad de algún establecimiento. Esperemos que no haya sustos.

¿A qué se refiere?
Que los costes se pueden haber comido toda esta facturación de más. El precio de la energía, de los alimentos... se carga el margen fácilmente. Yo les recomiendo a los restauradores que vigilen de cerca sus números pero ellos me dicen que si tienen que hacer los turnos de los camareros que no han podido encontrar, no pueden con todo.

¿La falta de personal es el gran drama?
Efectivamente. Falta personal preparado pero es que también falta de vocaciones y falta interés en querer trabajar. Tenemos que conseguir que la gente regrese a la hostelería, un sector en el cual los salarios no son malos. El problema se agrava porque el convenio vigente de hostelería de Balears premia a la persona sin formación con un salario muy alto y luego la diferencia entre grupos salaries es mínima.

¿Me lo puede explicar?
Para poner un ejemplo que se entienda. A un friegaplatos, que es la categoría más baja, por cuarenta horas de trabajo, el coste para la empresa significan aproximadamente unos 2.300 euros mensuales, lo que serían 1.600-1.700 euros brutos para el trabajador. En cambio un cocinero, proporcionalmente no tiene un punto de partida tan alto y por ello acaban por irse si no se complementa con pluses.

¿Y la falta de vivienda?
Este es el segundo gran problema que tampoco ayuda. Chalets que antes alquilaba un restaurador para poder ofrecer un alojamiento a los empleados que venían de fuera a hacer la temporada, ahora se alquilan a turistas. Se alquila todo, vaya. Como asociación ya afirmamos en su día que es un tema a resolver donde la administración se tiene que arremangar para que el problema no se cronifique.