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Aterrizando en Occidente con averías en China y mucho «previsionista» perdido. Temerosos por el anuncio de recesión, el calentamiento, la hiperinflación, la estanflación…

El Banco Central americano ha situado el tipo de interés de referencia en un 0,75%, una elevación de una amplitud no detectada desde 1994 y posiblemente justificada por el calentamiento de la economía, por la ruptura de los circuitos logísticos y también por la inflación.

Se considera indispensable un alza de tipos para poderlos rebajar en su momento. El acontecimiento de la semana fue el anuncio del Banco Central Europeo de un aumento de las tasas de interés de 0,5 puntos en julio y una posible elevación idéntica en septiembre. Un cambio de dirección con algún retraso después de una década de bajadas. Recodemos que Christine Lagarde pensaba que la inflación sería temporal. Pero lo temporal perduró. La BCE se va a unir a los principales bancos centrales en este nuevo ciclo de alzas de tipos de interés... El alquiler del dinero que era negativo desde hacía ocho años será cero a partir del próximo septiembre. El BCE estima una inflación del 3,5% en 2023 y un 2,1 % en 2024. Puede haber problemas con los tipos alrededor de cero en septiembre, el coste del dinero quedaría por debajo de la inflación. Los Estados Unidos lo dan por entendido. La Fed estima una horquilla de 0,75 al 1%, alcanzando en un año de 2,5 a 3,5%. Los tipos de interés serán modificados a medida que la inflación baje.

La política de «cero covid», establecida por Xi Jinping hace 28 meses, ha puesto en peligro la continuidad de China como la principal fuente de crecimiento en los veinte últimos años. A pocos meses del congreso que consagrará al nuevo gran timonel. La economía China ha crecido 79 trimestres en los 80 últimos. Pero las ventas al detalle se han colapsado un 11% en un año y por primera vez desde 1990 el crecimiento chino puede ser inferior al de los Estados Unidos. ¿Cómo explicar este parón? De entrada, hay que tener en cuenta la política cero covid y el confinamiento que ha afectado a más de 200 millones de personas. Le sigue otro importante motivo. Xi Jinping había lanzado previamente una campaña para obtener una prosperidad más igualitaria alineando sectores enteros de la economía, destruyendo algunos como por ejemplo la educación privada; restringiendo los videojuegos o tratando mal a gigantescas empresas, cuyos dirigentes se habían tomado determinadas libertades frente al poder central. La situación es tan grave que el primer ministro ha dado la señal de alarma. De momento no se ha tomado ninguna medida concreta. China no quiere practicar una política intervencionista a la imagen de los bancos centrales occidentales. Espera el fin de los confinamientos, apostando por el rebote del consumo de los hogares y la inversión de las empresas.

Para avanzar en el análisis debemos movernos intentando calificar lo específico a pesar del contexto de la pandemia. Los desafíos a los que los países deben hacer frente son diferentes y a veces contrarios. La lucha de China es con su política de cero covid y con los confinamientos de extrema dureza que han provocado la caída del consumo, y la producción necesita el apoyo de su banco central bajando sus tipos de interés para evitar la recesión. Los Estados Unidos que, confrontados con la hiperinflación, sufren la bajada del poder de compra y del consumo en general, deben sobreponderar la lucha contra la inflación con la subida de tipos. Europa por su parte sufrirá de forma impactante las dependencias del petróleo y del gas ruso.