Los fundadores de Fusteria Es Grop SL son Pere Sintes, Juan Pons, Toni Sintes y David Pons. | Gemma Andreu

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Dos décadas de trabajo en equipo definen la trayectoria de Fusteria Es Grop SL, una suma del talento de cuatro socios emprendedores con más de 25 años de experiencia como autónomos que decidieron unirse para hacer crecer juntos un negocio de taller de carpintería. Hoy día dan forma a una empresa que emplea 24 trabajadores en el polígono de Llinàritx en es Mercadal con dos naves industriales de propiedad que suman una superficie de 1.200 metros cuadrados. La gran mayoría de sus trabajos son para clientes particulares en viviendas y chalets de alto standing aunque también han recibido encargos singulares como por ejemplo el del centro de arte de Hauser & Wirth en la Illa del Rei del puerto de Maó o del Hotel S’Antiga de es Mercadal. Ganas de trabajar no les faltan. El año pasado facturaron 1,5 millones de euros.

ORÍGENES. Los fundadores de Fusteria Es Grop SL son David Pons, Toni Sintes, Joan Pons y Pere Sintes, cuatro carpinteros que trabajaban para terceros de forma independiente y que en 1999 decidieron dar forma a un pequeño taller en conjunto. Alquilaron un primer local en el centro de es Mercadal, en el Camí de Tramuntana, y con los contactos de uno y de otro fueron creando una cartera de clientes en común. Entonces tenían un solo empleado ya que como socios trabajadores aportaban toda la mano de obra. Durante tres años siguieron en su carpintería de 250 metros hasta que en 2003, con el desarrollo del nuevo polígono industrial de Llinàritx, decidieron adquirir una parcela para disponer de una primera nave propia de 700 metros cuadrados. «De algún modo aquel paso nos implicó de verdad a todos porque hasta la fecha habíamos estado pagando entre los cuatro un alquiler módico pero aquella inversión supuso dar un paso al frente», explican David Pons y Toni Sintes, que ejercen las labores de gerencia. Para dotarlo de maquinaria aprovecharon la jubilación de una carpintería de Alaior y adquirieron todos los equipos usados para poder empezar. «En aquella época no había la normativa de seguridad que hoy día tenemos y, por ejemplo, la cepilladora que adquirimos y que se usa para planear o aplanar superficies de madera, lo que llamamos el canteado, no tenía ninguna clase de protecciones como las que tenemos ahora», explica Pons. Con el paso del tiempo han acabado sustituyendo todas ellas llegando a invertir más de 300.000 euros en maquinaria.

SEGUNDA NAVE. La demanda de trabajos de carpintería siguió aumentando progresivamente como lo hacía el número de trabajadores que se iban incorporando al proyecto. Un cliente les acababa trayendo otro cliente, entraron también en las dinámicas de arquitectos e interioristas que los conocían y con los que llegaban nuevos trabajos, y el conjunto les fue proporcionando estabilidad incluso en épocas de crisis como en 2008, cuando no les faltó demanda. En 2012 les surgió la oportunidad de adquirir una parcela enfrente de la nave donde estaban y no se lo pensaron dos veces para poder disponer de unas instalaciones de 800 metros cuadrados (500 de planta baja y 300 de altillo) para encajar un taller de pinturas para el ámbito de lacados, acabados de carpintería, así como la colocación de cristales y una nueva sección dedicada al montaje de estructuras aluminio y PVC. «Fue un pequeño paso porque lo nuestro siempre ha sido la madera y es lo que nos aporta mayor parte del negocio, pero no queríamos renunciar a este tipo de materiales. Para el suministro de material hemos contado desde el primer día con Maderesa, la empresa con sede en Alaior de la que formamos parte prácticamente todos los carpinteros de Menorca y que por proximidad y accesibilidad, nos sirve para adquirir materias primas a precios competitivos. Otro de nuestros principales proveedores es Cimsa, empresa de referencia en Mallorca que se dedica a la importación y venta de todo tipo de productos relacionados con la madera, tableros y derivados», explica el gerente. En Fusteria Es Grop disponen de una flota de nueve vehículos que les permite abarcar trabajos en toda la isla.

TRABAJOS SINGULARES. Si bien el grueso de trabajos son los habituales del cliente que te pide una cocina, una puerta o un mueble de baño, también han desarrollado algunos trabajos singulares que salen de lo habitual para pequeños establecimientos de interior o hoteles boutique como por ejemplo Hotel S’Antiga en es Mercadal, Nou Alt en Ferreries o Divina Suites en Ciutadella, entre otros. En 2020 también llevaron a cabo todos los trabajos de carpintería del centro de arte Hauser & Wirth en la Illa del Rei en el puerto de Maó. «En nuestro caso somos una empresa atípica porque hemos preferido siempre quedar bien antes que otra cosa. El hecho de que los cuatro socios seamos al mismo tiempo trabajadores que vamos a las obras, que cogemos medidas, que estamos en contacto con la plantilla y con el cliente, nos permite estar seguros de lo que hacemos y garantizar una calidad», explica Pons. «También es verdad que la manera de trabajar ha cambiado porque ahora vemos el mundo a través de un ordenador y nos enamoramos de un diseño de una cocina o de una material que luego nos cuesta a nosotros buscar quien lo pueda suministrar, si es que se puede. Trabajas codo a codo con arquitectos, decoradores, interioristas, con renders. Hay mucha información encima de un proyecto, quizás demasiada a veces», explica.

FUTURO INCIERTO. La carpintería de madera abarca un amplio abanico de trabajos, desde puertas y ventanas, cocinas, muebles de baño, armarios, vestidores o incluso suelos y escaleras. En Fusteria Es Grop llevan años dedicados a este oficio y uno de los principales retos con los que se enfrentan es la falta de profesionales cualificados. «Cada vez hay menos carpinteros, de hecho no surgen carpinterías nuevas y por lo tanto, por un lado vamos absorbiendo más y más trabajo pero por el otro, también lo vemos con preocupación porque no hay relevo. En nuestra plantilla, por ejemplo, muchos de ellos está en los 55 años y no tenemos recambio. Haría falta una escuela de carpintería en Menorca», explica David Pons. «Curiosamente estos últimos años el tipo de cliente que se hace un chalet de alto standing como por ejemplo el francés, te pide unos acabados de mucha calidad que no todo el mundo sabe hacer porque son más artesanales. Las máquinas de control numérico que se imponen hoy en día son para trabajos estándar que este tipo de cliente no quiere», añade. «A medio plazo un carpintero será un informático que introducirá unos datos en un ordenador que hará este tipo de acabado. Yo ya he visto funcionar estas máquinas en ferias como Maderalia, en Valencia. Desde Es Grop apostamos más por el trabajo artesano y diferenciador», afirma el gerente.