El imponente edificio de Can Albertí, situado en la elegante calle Isabel II de Maó, ha sido rehabilitado por completo y en su fachada conserva el escudo de armas familiar.

TW

La distinguida oferta de establecimientos de interior que cada vez más privilegia Maó tiene en el corazón de su centro histórico una seductora propuesta para todos aquellos viajeros en búsqueda de experiencias singulares. Se trata de un refinado y elegante edificio construido en por la familia Albertí en la distinguida calle Isabel II que simboliza la intensa época de la Ilustración que vivió la ciudad durante la dominación británica del siglo XVIII. Tras sucesivos cambios de uso, ha reabierto sus puertas recientemente como hotel boutique con 14 habitaciones tras una minuciosa restauración que han promovido los franceses Olivier y Carole Pecoux, sus nuevos propietarios.

EDIFICIO HISTÓRICO. Los orígenes de la familia Albertí se remontan al siglo XVI, pese a que el edificio donde está ubicado el nuevo hotel boutique fue construido en 1740 durante la ilustración del Maó bajo dominación británica. Fue la pujante época del comercio marítimo, de los grandes armadores, los artesanos y los terratenientes como los Albertí, que se quedaron en la ciudad porque vivía una intensa dinámica de desarrollo económico pero también cultural, como lo demuestra la existencia de un teatro de ópera construido en 1829, el decano de nuestro país. «La historia de la casa comienza con Vicente Albertí Vidal, cuyos orígenes familiares en Menorca remontan al siglo XVI. Posteriormente Vicente Diego Albertí Mercadal, tatarabuelo de nuestro protagonista, fue nombrado caballero y ennoblecido en 1711 cuyo escudo de armas todavía sigue dominando el balcón de la fachada del hotel», explica Sonia Pons Vidal, directora del establecimiento.

«Le seguieron generaciones de ilustres notables de la isla, médicos, políticos y militares hasta llegar a Vicente Albertí Vidal, un hombre de letras que se convirtió en todo un referente del siglo XVIII que contribuyó de forma importante a la europeización de la sociedad en la época de la Ilustración de Maó y elevó la lengua menorquina a la categoría de lengua literaria», añade.

Pese a fallecer sin descendencia, el legado de los Albertí siguió durante generaciones en la casa familiar de la calle Isabel II, 9 de Maó, con personajes destacados como su sobrino-nieto Juan Orfila y Pons, diputado en las cortes nacionales y conseller provincial por Menorca, entre otros. El edificio fue propiedad de la familia Albertí hasta la segunda mitad del siglo XX, cuando se separó en diferentes partes.

REFORMA. Hacia el año 2000, el edificio de Can Albertí, que entonces se llamaba Casa Albertí, pasó a manos de un grupo de amigos que compartían diferentes disciplinas artísticas como fotografía, diseño o arquitectura y que decidieron abrirlo al público transformándolo en una casa de huéspedes. «Esta atmósfera artística y cultural ha sido la que ha impregnado el espacio como heredera del espíritu Albertí y este precisamente ha sido el legado que la nueva propiedad ha querido preservar como nuevos responsables de proteger este lugar histórico para perpetuar su tradición», explica la directora. En este sentido, el edificio ha conservado la disposición de sus espacios originales, su entrada principal y la gran escalera, los salones de recepción, los patios y las habitaciones de tal manera que cada estancia y cada dormitorio del hotel, es único y tiene su propio carácter. La restauración minuciosa del edificio que llevó a cabo el matrimonio Pecoux en 2017 tras adquirirlo en 2016 empezó por la fachada y continuó en su interior, tras comprar una parte adyacente al edificio original, lo que permitió ganar metros cuadrados, dejando catorce amplias y confortables habitaciones. «Todas ellas fueron restauradas con mucho mimo de acuerdo al plan y al espíritu original del lugar, y en su interiorismo la propiedad supo incorporar la elegancia y la prestancia de la finca», explica la directora. «En la azotea del hotel también se rehabilitó una gran terraza desde donde los huéspedes pueden disfrutar de la puesta de sol sobre la ciudad», explica Sonia Pons Vidal. El hotel sirve el desayuno en el patio interior o bien en un salón comedor que se ha habilitado para esta temporada y que también permite organizar eventos privados para empresas. Los huéspedes también disponen de un honesty bar y de dos salones para descansar y leer. Can Albertí 1740 tiene previsto inaugurar temporada el próximo 1 de abril y su intención es no cerrar sus puertas hasta fin de año. «Serán dos meses más que en 2021 y nuestro objetivo a la larga sería mantenernos abiertos 10 meses», añade. El hotel da trabajo a ocho personas en temporada alta.

EVENTOS. Fieles al espíritu de Vicente Albertí Vidal y de los numerosos artistas y hombres de letras que han permanecido o han pasado por este singular edificio, los propietarios han querido perpetuar la tradición de tener un espacio abierto al mundo artístico, organizando conciertos y exposiciones de arte moderno y contemporáneo en mismo hotel. En este sentido, el año pasado acogieron entre sus paredes una exposición fotográfica dedicada al mundo del caballo de la artista Haidé Costa con motivo del evento Hat & Horses. Vinculado al mundo del arte contemporáneo, en julio organizaron una exposición colectiva de la mano de la prestigiosa Galería Flecha de Madrid y posteriormente en agosto, también acogieron una segunda exposición colectiva comisariada por la Galeria francesa Thierry Bertrand de l’Île de Rê. En el plano musical, a finales de octubre, también promovieron la celebración de un concierto de música clásica en colaboración con la Reynolds Foundation y en octubre, con motivo de la 50 Temporada de Ópera, organizaron un fin de semana para 14 huéspedes con entradas para ver Il Barbiere di Siviglia en el Teatro Principal de Maó. «Este 2022 también tenemos previstas para verano dos actividades culturales que estamos diseñando y que van en la misma dirección», apunta la directora. Además de la vertiente cultural, Can Albertí ha adoptado un compromiso con la sostenibilidad al haber conseguido la certificación Plastic Free por minimizar el uso de plásticos además de colaborar con los proyectos que impulsa la entidad Menorca Preservation Fund, entre otras.