Las empresas de calzado menorquín están notando todavía los efectos de la paralización de la economía a consecuencia de la pandemia sufrida durante 2020 y 2021. | Redacción Local

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Tras prácticamente año y medio de restricciones, a principios de febrero se celebraba en Madrid Momad, la feria dedicada a la moda, el calzado y los accesorios. Una cita que servía como primer paso para empezar a hablar de recuperación económica del sector y también de regreso escalonado a la actividad ferial. De la principal industria de Menorca, el calzado menorquín, asistieron tan solo dos de sus principales marcas, Jaume Mascaró y Pons Quintana ya que hace unos años que Momad ha dejado de ser una feria exclusivamente del calzado para ser una feria de la moda donde se mezclan también otros complementos como la bisutería. La cita sirvió de toma de contacto para presentar nuevas colecciones pero realmente, será Milán y su feria internacional, Micam, que ha sido reprogramada de enero al 13 al 15 de marzo, donde la mayoría de empresas menorquinas de calzado depositan sus esperanzas.

POSPANDEMIA. Recuperar el volumen de actividad previo a la pandemia es el objetivo que persigue la industria menorquina de calzado si bien la cosas no están siendo nada fáciles. Durante la última década la elaboración de calzado en Menorca había experimentado una cierta estabilización que había generado un aumento de la facturación así como la recuperación de puestos de trabajo en una apuesta del tejido empresarial por la calidad. Sin embargo, la paralización del consumo provocada por la COVID-19 ha supuesto un retroceso para todos los fabricantes, con una caída de las ventas durante los primeros meses de la pandemia cercana al 35%. Así lo confirman los datos de 2020 de la Asociación de Fabricantes de Calzado de Menorca que está integrada en la Federació de la Petita i Mitjana Empresa y que arrojaron un resultado inferior respecto a 2019 con 800.000 pares vendidos y una facturación de unos 38 millones de euros. Un calzado típicamente insular e icono turístico como la abarca, redujo también los pares vendidos pasando de 603.000 a 382.000, por ejemplo. Lo que aguantó mejor fue la exportación, que se retrajo un 27%. Es verdad que el año pasado una parte de las ventas recuperó el terreno vendido aunque todavía no se disponen de los datos definitivos que facilita la patronal. En cualquier caso, el interrogante ahora es saber cuándo empezará definitivamente esta reactivación para los intereses menorquines, porque la pospandemia está afectando de manera desigual a las marcas.

Desde la Asociación, su presidente Juan Carlos Fernández Salort explica que las ventas de calzado asociado a marcas mundiales de gran lujo están funcionando mejor pero que, en cambio, a las marcas que no tienen está proyección mundial les está costando bastante más mantener los niveles de ventas en el mercado que tenían antes. Fernández Salort lo atribuye la potente implantación de marca que tienen las denominadas marcas de lujo. «Desde Menorca ofrecemos un calzado de gran calidad y diseño como estas marcas pero no tenemos esta proyección», explica Fernández Salort.

COSTES. Otro de los problemas está siendo el alza en el coste de las materias primas y del transporte que repercute en la producción y que complica la fabricación. Los fabricantes menorquines siguen su apuesta por la calidad pero se ven obligados a repercutir esta subida de precios en sus nuevas colecciones, lo que genera todavía más incertidumbre para saber como evolucionarán las cosas. «El retorno a la normalidad costará más de lo que nos podamos pensar porque estamos afrontando una nueva temporada con un alza de precios sobrevenidas por los costes energéticos, de materias primas, de costes logísticos. Lo que nos tranquiliza es saber que las nuevas colecciones que se han presentado están gustando. Sin embargo, la incertidumbre sigue penalizando a la hora de hacer los pedidos anticipados», concluye.