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La estancia en Mallorca de finales de 1838 a febrero de 1839 de Geoge Sand y Chopin no fue agradable. El compositor no mejoró de la enfermedad que los había llevado hasta allí -de hecho moriría diez años más tarde con solo 39– y la escritora que buscaba un sur primitivo y exótico se encontró con una población “tan atrasada, tan fanática, y de tan insigne mala fe” que la estancia se convirtió en “un suplicio para él y un tormento para mí”. Su actitud arrogante y despectiva frente a una sociedad que no podía soportar a una mujer extranjera y libre, quedó plasmada en el conocido relato Un invierno en Mallorca publicado tres años después.

Para ella la conclusión era que “trescientos años separaban a Mallorca de la civilizada Francia”.

Siglo y medio después, mientras Francia ha recorrido 150 años, Mallorca corrió 450. Mujeres locales ocupan puestos de la máxima responsabilidad política, los extranjeros son recibidos con cariño y la Cartuja de Valldemossa, donde se alojaron el polaco y la francesa, se ha convertido en un lugar de peregrinación donde muchos visitantes creen que fueron felices.

La prensa alemana publicaba, dia sí y dia también, informaciones sobre su isla favorita dando cuenta de lo vacío, al principio, que estaba su “Balneario número 6”, en Playa de Palma y como se fue llenando a medida que avanzaba el verano. Los alemanes desatendieron las cambiantes recomendaciones de su Gobierno porque aseguraban que se sentían más seguros en Mallorca que en su país.

El inesperado ritmo de vacunación en toda España, el más alto de los grandes países europeos –“un nivel de vacunación con el que Alemania solo puede soñar”- resumía el semanario Focus, ha sido la guinda de agosto, que como ha señalado la presidenta de la Federación hotelera, Maria Frontera, al Financial Times, ha sido mejor de lo esperado.
En ese mes se han recuperado dos tercios del tráfico aéreo de 2019, con un ritmo más rápido para el tráfico nacional que para el extranjero. Las reservas y las solicitudes de derechos de aterrizaje para los próximos meses vaticinan buena actividad en Son Sant Joan y algunas compañías aéreas aseguran que su programación del próximo verano tendrá niveles previos a la pandemia, pero sobre todo la buena imagen de Mallorca ha salido reforzada. Estamos a la espera de una nueva George Sand que escriba “un verano en Mallorca” en el que describa su estancia como “un gozo para mí y un deleite para él”.