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El periodo posvacacional está siendo relativamente tranquilo para las bolsas europeas. Es cierto que se han alejado de los máximos de agosto pero las caídas son muy pequeñas con lo que se podría tratar de una simple corrección o toma de beneficios tras las “vacaciones”.
Esta vuelta a la normalidad ha elevado algo el volumen de contratación tras unos meses de julio y agosto con, como siempre, menos transacciones, pero todavía parece que hay un respiro antes de definir la continuación o cambio de tendencia.

Un factor que influye a esta tranquilidad es la falta de referencias empresariales: sin publicación de resultados trimestrales, los índices del Viejo Continente se mantienen estables aunque mirando a otros indicadores.

Alguno de ellos tan alejadas, geográficamente, como la intervención del gobierno chino a algunas de sus empresas que, por ejemplo y tal como se analizó en esta sección la semana pasada, afectó al sector de lujo europeo, uno de los más relevantes por capitalización bursátil en el EuroStoxx.

Pero el tema de moda es la inflación, tanto la propia como la norteamericana. Precisamente esta semana se esperaban con mucha atención los datos de precios en Estados Unidos, que han sido algo menores a los esperados.

También se habló de inflación la semana pasada en Europa: tocaba reunión del Banco Central Europeo (BCE) y se revisaron las perspectivas de IPC.

El organismo presidido por Christine Lagarde elevó las perspectivas de inflación para los tres próximos años, marcando tasas superiores al 2% únicamente para este año.
Ello, unido a la mejora de perspectivas de crecimiento del PIB para 2021 (no así para 2022) “obligó” al BCE a anunciar una reducción de estímulos monetarios muy leve. Tan leve que es un simple retoque y ni siquiera se le puede llamar “tapering”, con lo que el mercado europeo seguirá inundándose de liquidez y habrá que ver qué decisión toma su homólogo americano (la FED).

Ante este impasse, las bolsas se están quedado estancadas pero no muy alejadas de sus máximos con lo que hay que ver qué niveles de protección tendrían ante una caída, y cuáles tendrán que romper (en la mayoría sus máximos de agosto) si quieren continuar la tendencia alcista.

El IBEX es el único cuyos máximos no son de agosto, sino de junio y ahora está en medio de éstos (9.200) y un soporte muy claro entre los 8.430-8.300.

El EuroStoxx, a pesar de esta corrección, sigue situado en un canal alcista algo estrecho de máximos y mínimos crecientes. Su soporte, ya fuera de este canal, lo tendría en 3.900-3.850 mientras que si rompe los 4.280 (máximos de agosto) situaría su siguiente objetivo en los máximos de 2007 sitos en 4.560.

El movimiento de las últimas semanas del DAX alemán es algo más plano: ha intentado romper los 16.000 puntos (su máximo histórico) varias veces desde agosto, objetivo que le daría vía libre a subidas adicionales. Por el contrario, si no lo consigue y se reactivan las ventas el primer suelo está en 14.800.

Momento de reajustar estrategias ante esta lateralidad y las noticias macro que llegan desde todo el mundo, a lo que pronto habrá que añadir los resultados trimestrales.