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La crisis de la COVID tiene características diferenciadoras respecto a otras. Por una parte ha sido mucho más intensa: en ningún otro momento de la historia se paró la economía mundial casi por completo, ni siquiera en las guerras mundiales.

Por otra lado, ha sido la única que tenía fecha de caducidad y, por tanto, ha sido mucho más corta en el tiempo y ya muchos países están creciendo y casi recuperados.
Es posible que al lector que ve como la economía local no despega, le cueste creer que el ciclo económico ha cambiado y estamos en plena expansión económica, pero está sucediendo.

Precisamente, otra de las diferencias respecto a otras recesiones es que en esta ocasión las autoridades monetarias (ejemplo Banco Central Europeo en la zona euro o FED en EEUU) han desarrollado políticas expansivas brutales, muy superiores a las de la crisis financiera. Todo ello junto a que la mayoría de políticas fiscales (bajadas de impuestos o ayudas directas a empresas o familias) también han sido muy expansivas y que las familias han ahorrado, ha provocado que, una vez pasado lo peor, el mundo esté inundado de liquidez.

¿Qué pasa cuando hay mucho dinero en la economía real? Lo mismo que ocurre con cualquier otro activo del que hay exceso: vale menos.

En este caso los bienes o servicios que se compran con este dinero suben de precio.
Esta subida de precio es la inflación, concepto muy importante a varios niveles económicos.

¿En qué afecta a las bolsas la inflación? Las fuertes subidas de precios que estamos viendo, especialmente en Estados Unidos provocarán, tarde o temprano, subidas de tipos de interés, aunque los bancos centrales de uno y otro lado del Atlántico quitan hierro a unos datos que ya son muy altos.

Esta potencial subida de tipos afecta a las bolsas, principalmente, a dos niveles: por una parte porque activos con menos riesgo como la deuda pública puede ser sustitutivo de la bolsa y, por otro, porque las valoraciones (se descuentan flujos de caja a varios años vista a tipos de interés libres de riesgo) bajan y se empiezan a ver activos “caros” en especial de sectores tecnológicos.

Una vez vista la teoría académica hay que ver qué afectación real tiene sobre las bolsas. Para empezar las dos “teorías” enumeradas antes tienen cierta contrarréplica:
Difícilmente subidas de tipos de interés desde los actuales niveles (negativos incluso) pueden ser sustitutivos de bolsa hasta que, al menos, alcancen el 4-5%.

Respecto a las tecnológicas, uno de los sectores “menos buenos” de 2021 es importante diferenciar entre tecnología pura “growth” y tecnología cíclica como podría ser a estas alturas Microsoft, Google o Amazon, por poner algunos ejemplos, por no hablar de los fabricantes de los semiconductores que tanto se echan de menos en este ciclo alcista que tanto los necesita.

Pero no solo esto: como se puede ver en el gráfico se ha generado inflación después de estallar la burbuja puntocom y después de la crisis de Lehman Brothers, espacio de tiempo en que las bolsas subieron con fuerza.

Habrá que estar atentos si, también en esta ocasión y al contrario de lo que se dice, las primeras subidas de inflación también acompañan con más subidas bursátiles.