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Un equipo internacional de unos cincuenta investigadores abordó un estudio de los comportamientos electorales en función de los ingresos, patrimonio, nivel de educación, orígenes étnicos y religión, codirigido por Thomas Piketty; el cual he resumido breve y aleatoriamente. Es la primera vez que la cuestión es acometida de forma tan sistemática sobre un período tan largo (1948-2020) y en no menos de 50 democracias. En Occidente la clasificación del voto por clases sociales ha prácticamente desaparecido. En este proceso la izquierda se ha convertido en el partido de los diplomados, apareciendo el segmento, a efectos diferenciales, de izquierda elitista. Durante el período 1950-1980, en la mayoría de las democracias occidentales el voto popular iba a los partidos socialdemócratas y el voto burgués a los partidos conservadores. Cualquiera que fuera la definición de “popular”, los diplomados superiores votaban más a menudo conservador que los que tenían el bachiller, quienes a su vez votaban más conservador que los que tenían la enseñanza media o elemental y así sucesivamente. Se constata esta ordenación en todos estos países a pesar de sus muy diferentes historias políticas: en los Estados Unidos el partido demócrata, que después lideró el New Deal, no tiene nada que ver con el partido laborista inglés, el SPD alemán o los partidos socialistas y comunistas franceses. Una tal convergencia, durante tres o cuatro décadas de todas las democracias es única.

Progresivamente, entre los años 1980 y 2000, aparecen nuevas fragmentaciones, también en el seno de los grupos socialmente favorecidos de las clases populares. En lo alto de la escala, los ingresos más elevados continúan votando a la derecha, mientras que los titulados de más nivel evolucionan hacia la izquierda pasando a formar parte de la izquierda elitista. Hoy en día, la élite de los negocios, en los Estados Unidos, vota republicano, mientras que los poseedores de un doctorado, el 80 % vota demócrata. Cabe recordar que en los años 60 y 70 los electores de mayor titulación votaban a la derecha. En lo que concierne a las clases populares muchos electores se sienten abandonados por esta nueva izquierda y esto se traduce en una bajada en la participación en todos los países occidentales. Entre los que siguen votando aparecen las siguientes diferencias, muy ligadas a cuestiones raciales o de inmigración. En USA el partido demócrata en los años 60 70 atraía a las clases populares, blancas y de color. Actualmente en sus niveles más bajos estos y los latinos votan masivamente demócratas, mientras que los blancos con baja titulación se inclinan hacia el partido republicano. En Europa, los blancos de clases populares votan a la extrema derecha. Llama la atención que siendo los programas de la izquierda elitista más redistributivos, no seduzcan más a la clases populares. En los años 90 son los partidos de centro izquierda (los demócratas con Clinton, los laboristas con Blair, los socialdemócratas con Schröder, los socialistas franceses con Mitterrand) que han ido más lejos con las reformas, pero finalmente fueron percibidos como los vencedores de la globalización. También se cuestionan las ambiciones en materia de educación, sobre todos en las clases populares. Históricamente el zócalo esta basado en la idea de la emancipación por la educación por encima de los intereses corporativistas.