En la zona de Cala Figuera se creará una nueva marina para esloras superiores a 40 metros. El concurso podría estar a punto a finales de 2021. | Gemma Andreu -

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Si hay un sector que ha sabido capear el temporal durante la pandemia mejor que nadie, ha sido sin duda el náutico. Salir a navegar se ha convertido en una forma segura de aprovechar el aislamiento social impuesto, sea en familia o bien en grupos reducidos, y esto ha repercutido positivamente en la industria náutica. Desde la Asociación Menorquina de Empresas Náuticas (ASMEN), confirman que las empresas relacionadas con la actividad industrial, empezando por los astilleros y todas aquellas que se encargan de la venta, reparación y mantenimiento de embarcaciones, especialmente en esloras superiores a los 8 metros, han experimentado un aumento generalizado de su volumen de trabajo y facturación durante 2020 y este primer trimestre de 2021.

“Sí que se han visto afectadas las esloras pequeñas y el mercado de segunda mano, vinculado indirectamente a un público con menor poder adquisitivo que son los que reciben más severamente el impacto de las crisis”, explica Justo Saura, Presidente de ASMEN y también de la Federación de la Pequeña y Mediana Empresa de Menorca. “Los pedidos grandes se hacen de un año para otro y, por ello, cuando estalló el estado de alarma los trabajos ya estaban en marcha pero no se cancelaron, simplemente se retrasaron”, añade.

Otro de los negocios que también resistieron bien el embiste de la COVID-19 fueron los que se dedican al alquiler de embarcaciones, que tuvieron un boom de peticiones en el mes y medio que pudieron operar. “Estos negocios ya están recibiendo reservas para este verano”, comenta Saura. También sucede lo mismo con las actividades acuáticas individuales como buceo o kayak, que funcionaron a buen ritmo durante julio y agosto. “Lo que sucede es que faltó volumen de turistas porque solo llegó turismo nacional y proporcionalmente, los ingresos fueron menores”, explica Justo Saura. “Los que se llevaron la peor parte debido a las restricciones más severas fueron aquellas empresas que organizan salidas en grupos numerosos ya que estuvieron prohibidas. Se vieron afectadas las golondrinas o las excursiones, entre otros”, concluye.

TRANSFORMACIÓN. El sector náutico de Menorca mira expectante la transformación que está llamada a hacer el puerto de Maó en los próximos cinco años. Si bien las limitaciones y el descenso de actividad económica derivados de la COVID-19 provocaron una caída histórica del tráfico marítimo en la rada mahonesa (54% menos en cuanto a pasajeros y un 27% menos en cuanto mercancías), la lectura coyuntural que hacen desde Autoritat Portuària de Balears es que hace tiempo que se está produciendo un trasvase de la operativa de mercancías hacia el puerto de Ciutadella.

Es por ello que los estudios que llevan realizando sobre esta cuestión desde 2016 apuntan a una necesaria metamorfosis hacia los sectores de la náutica vinculados a la industria, el deporte, los cruceros y finalmente la relación puerto-ciudad. A nivel de amarres, el puerto de Maó cuenta actualmente con 1.600 puntos de atraque, que este año se incrementarán en un centenar más de gestión directa hasta llegar a los 1.700.

“Las marinas concesionarias gestionan 1.000 y hay reservados 700 de tipo social que gestionamos nosotros para esloras inferiores a ocho metros”, explica Vicent Fullana, delegado de APB en Menorca. En este sentido, desde ASMEN consideran que incluso se podría llevar a cabo una optimización de estos amarres que duplicaría o triplicaría su potencial si se pudiera utilizar el sistema de “amarre libre” como sucede en los campos de fútbol cuando se libera el asiento si el socio no acude al partido. El tema está en estudio.

VARADERO. La apuesta industrial desde el punto de vista náutico pasa por ampliar el varadero, ubicado en la zona de Cos Nou del puerto de Maó, cuyas obra de adecuación empezarán en octubre de este año.

“Actualmente cuenta con 15.000 m2 a los que sumaremos 10.000 m2 más en una apuesta de APB que surge del aprovechamiento de una zona destinada a mercancías, que ahora no tiene sentido”, explica Fullana. La explotación del varadero fue adjudicada el año pasado por 23 años a un consorcio local de empresas formado por las firmas Pedro’s Boat y Nautic Center (grupo Sasga), cuyo proyecto pasa por invertir cinco millones de euros y que además de contar con un travel lift de 150 toneladas para embarcaciones hasta 30 metros, se ampliaría con un segundo elevador de 400 toneladas.

“Ampliar la capacidad del varadero supondrá adquirir más capacidad de trabajo y, con ello, generar puesto de trabajo estables, bien remunerados y cualificados, ya que las tareas de refit o reparación de una embarcación generan un ingente volumen de trabajo especializado todo el año de pintura, carpintería, mecánica, velería, entre otros”, añade Fullana.

Otra de las transformaciones será la creación de una nueva marina en la zona de Cala Figuera para esloras superiores a 40 metros, cuyo concurso para licitación podría estar a punto para finales de este 2021. “Esta marina supondrá un salto cualitativo para superyates, que actualmente solo podemos atracar en la zona destinada a cruceros”, explica Vicens Fullana. “Es una zona resguardada con una lámina de agua para que las embarcaciones puedan revirar sin problema y atracar lejos del tráfico que pueda existir. Estamos acabando de hacer los estudios geotécnicos por el tipo de terreno y la necesidad de instalación de pasarelas para dar servicio a este tipo de embarcaciones, cuya inversión puede suponer 20 millones de euros”, detalla.

“Esta nueva concesión de Cala Figuera nos puede servir para alimentar el varadero ya que se podrían captar embarcaciones para potenciar el uso como puerto de invierno, una necesidad latente en el mercado en la que Menorca podría estar bien posicionada dado su entorno privilegiado”, explica. En cuanto a los cruceros, desestimada la opción que se había planteado para hacer un muelle cercano a La Mola, la pandemia ha evidenciado que los cruceros pequeños pueden imponerse en el mercado y en este sentido, las esloras hasta 277 metros atracarían dentro del puerto de Maó en el muelle de cruceros que actualmente se está remodelando y cuyas obras están previstas que acaben a finales de junio.

DEPORTE Y CIUDAD. La metamorfosis del puerto de Maó tendrá dos vertientes muy importantes vinculadas a la práctica de deportes náuticos y a la conexión puerto-ciudad. Por un lado, están en marcha las negociaciones con el Ministerio de Defensa por parte de la APB para la adquisición de la Isla Plana, cuya compra significará la concentración de todas las escuelas náuticas de Maó y Es Castell en sus vertientes de vela, remo y piragüismo así como actividades de buceo o excursiones náuticas que pueden tener allí su ubicación. “Además de la función social y deportiva, esto conectará también con la idea de atraer en invierno equipos nórdicos que podrán venir a entrenar y que podrían utilizar el Lazareto como lugar de pernoctación en una apuesta conjunta con el Consell Insular de Menorca”, explica Fullana.

El segundo punto de transformación del puerto pasa por una reurbanización que abarcaría desde la Costa de Ses Piques hasta Cala Figuera, para dar prioridad a la movilidad peatonal. Ello incluiría la creación de tres grandes bolsas de parking para 600 vehículos, la instauración de un tranvía eléctrico para desplazarse por el puerto conectado a los dos ascensores y finalmente, la creación de un edificio llamado Port Center en la contigua a la estación marítima como equipamiento multifuncional que serviría de oficina neurálgica para información sobre pasado, presente y futuro del puerto así como actividades turísticas y de ocio relacionadas. Un proyecto integral náutico que revitalizaría el puerto en su totalidad.