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El fondo Next Generation EU es un Fondo de Recuperación Europeo que supone una inyección para España de 140.000 millones de euros entre transferencias y préstamos.

Desde el principio ha quedado claro que el contenido de este plan de inversión, equivalente al 11% del PIB, solo puede incluir dos planteamientos: reformas estructurales incluidas en el marco de las políticas económicas de los países de la Unión Europea, y proyectos de inversión en sectores de futuro específicos como: ayudas para fomentar el Pacto Verde, la gestión de residuos y la economía circular, el impulso a la movilidad sostenible, ayudas para promover la transformación digital o ayudas para impulsar la competitividad industrial.
Para canalizar esas inversiones, el Ministerio de Presidencia ha aprobado un proyecto de ley para la modernización de la Administración Pública y para la ejecución del Plan de Recuperación en el que se informa de la creación de una figura mixta entre Estado y empresas. Son los llamados PERTES, Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica, una unión entre Estado y empresas para desarrollar apuestas a las que las empresas no se arriesgarían en solitario.

Y mi pregunta es: ¿va a representar una verdadera inyección para apoyar a las pequeñas o medianas empresas? ¿O, como es habitual en este tipo de subvenciones, va a servir para enriquecer más a las grandes empresas y corporaciones?

Se supone que los Next Generation UE ayudarán a reparar las pérdidas de los daños económicos y sociales causados por la pandemia del coronavirus y después de su ejecución tendremos una Europa más sostenible, más digital, más competitiva y con capacidad para recuperar parte de los 495 millones de puestos de trabajo que segun la OIT se han perdido durante esta crisis sanitaria.

¿Estamos seguros? Yo no, creo que el paquete de ayudas NGEU no servirá para salvar la inmensa mayoría de los sectores económicos duramente afectados por la crisis, ni el de las pequeñas o medianas empresas, ni tampoco el sector de la economía social o las cooperativas. Estas seguirán asumiendo sus pérdidas, flexibilizando sueldos y horarios para no despedir a sus trabajadores o, en el peor de los casos, cerrando. No nos engañemos estas ayudas llegarán a los de siempre. El parón de la economía ha sido brutal, sin embargo, la acumulación de riqueza sigue disparada, incluso se ha acelerado. Mientras la mayoría de la población trata de sobrevivir, de conservar sus empleos, de pagar sus alquileres e hipotecas; las grandes empresas, los grandes capitales siguen enriqueciéndose y multiplicando su fortuna.

No se puede hablar de igualdad, de equidad o de distribución equitativa cuando a la mayoría de la población no le llega para pagar el alquiler, la luz o el agua.