Magda Pons Quintana es la CEO de la firma de calzado Pons Quintana. | Gemma Andreu

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La empresaria Magda Pons Quintana ha recibido este viernes en Menorca la Medalla de Oro de la Orden de la Cámara de España por su labor durante doce años al frente de la Cámara de Comercio de Menorca. Su cometido durante más de una década como presidenta ha contribuido a la apertura al mundo del tejido empresarial menorquín.

¿Qué implica este reconocimiento?
- Como menorquina es un orgullo que en el Pleno de la Cámara de España, donde están reunidas todas las cámaras de comercio, las empresas más importantes de nuestro país y el resto de miembros adjuntos, se haya querido distinguir la labor que hice durante doce años por el tejido empresarial de nuestra isla. Ha sido una sorpresa…

¿Cuándo se lo comunicaron?
- Realmente la decisión se tomó en el pleno del mes de julio, pero yo les comuniqué que la quería recibir en Menorca, no en Madrid. Por cuestiones de agenda, demoramos el acto hasta este viernes, cuando el presidente de la entidad, José Luis Bonet, se ha desplazado hasta Maó para hacer la entrega.

¿Qué destacaría de su etapa al frente de la Cámara de Comercio de Menorca?
- Fue un periodo de tiempo muy largo y muy fructífero en el que pudimos contribuir a la apertura comercial de nuestras empresas desde una institución pública como es la Cámara. Misiones comerciales que ayudaron a abrir puertas, a asistir a ferias, pero también a hacer formación para la modernización de las personas. Tengo que confesar que los primeros cuatro años fueron los más dulces y que en la última etapa sufrí los momentos más complicados, sin recursos económicos para poder seguir la labor de una entidad centenaria.

¿A qué se refiere?
- Hasta que no se produjo la promulgación de la nueva ley de cámaras por la que pasábamos a depender de las comunidades autónomas, en vez del gobierno central como había sido durante años, tuvimos que ingeniárnoslas para sobrevivir hasta que fue insostenible y nos vimos obligados a suspender la actividad y nombrar una comisión gestora durante un año. Por suerte, hoy la situación está normalizada y las cámaras operan con normalidad.

¿Qué papel juegan hoy las cámaras?
- Creo que son más necesarias que nunca porque la exportación se ha convertido en el sostén económico de las empresas de Menorca y de este país. Salir fuera implica, por ejemplo, disponer de un certificado de origen, de permisos para llevar un muestrario, de facturas legalizadas y de tantas otras cuestiones donde las cámaras de comercio juegan un papel imprescindible. Estamos hablando de 180 puntos.

¿Y qué rol pueden jugar en la guerra comercial que hay desatada a nivel mundial con los aranceles?
- Los aranceles siempre han existido y entiendo que las cámaras de comercio deben hacer presión para que se rebajen y para impulsar más misiones comerciales. Japón, por ejemplo, tenía unas cuotas muy elevadas de entrada y ahora las ha rebajado porque se ha dado cuenta de que le convenía. Es una lucha sin tregua.

¿Cómo ve al sector industrial menorquín?
- Está sufriendo la doble insularidad más que nunca y es un milagro que se siga fabricando aquí con todos los inconvenientes a los que nos enfrentamos. La logística, la conectividad, los costes de la materia prima son desafiantes.

¿Reciben suficiente apoyo desde las administraciones?
- Las administraciones están volcadas, pero lo que más nos preocupa es el escollo de la ley de mínimis, que implica una barrera que si pudiera solucionarse, veríamos compensados todos nuestros esfuerzos.