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Entre el 28 y el 29 de abril se celebró la cumbre del G20 en Osaka. Dos días de reuniones entre los 18 países más poderosos (México, miembro de pleno derecho, no acudió) y la Unión Europea y algunos países (entre ellos España) y organizaciones internacionales invitadas (ONU, FMI, OMS…) “para abordar los grandes retos económicos mundiales”.
Como ya pasó en el G20 de Buenos Aires, el principal foco estaba en las reuniones bilaterales entre la delegación china y la norteamericana y el resultado, sin ser definitivo, no defraudó a los analistas.

Las dos grandes potencias mundiales han acordado una “tregua” a su “guerra” comercial. Cuatro son los puntos más importantes de este nuevo acuerdo: (i) se retomarán las negociaciones, estancadas desde mayo; (ii) se elimina, al menos de momento, el veto a Huawei; (iii) no se aumentan los aranceles a 300.000 millones de dólares y (iv) China se compromete a comprar “grandes cantidades” de productos agrícolas americanos.

Realmente son acuerdos importantes y como tal los han tomado los mercados: el gráfico muestra cómo, incluso antes de la reunión, las bolsas han subido. Sin embargo, no se puede definir el momento como tranquilo. Una muestra de ello es que los aranceles no se han rebajado, aunque tampoco se han subido, y también es verdad que era una condición que ponía China hace pocas semanas. Es significativa la importancia que tiene Huawei en este conflicto, que, aun permitiéndole hacer negocios, la mantiene en la “lista negra” y se mantiene la orden de extradición contra Meng Wanzhou, que no solo es la directora financiera de la compañía, sino que también es la hija de su fundador, Ren Zhengfei.
El conflicto arancelario era uno de los puntos a tratar, de hecho se habló sobre el acuerdo alcanzado el año pasado sobre la modernización de la Organización Mundial del Comercio, pero no el único.

El cambio climático fue otro punto fundamental de los tratados y, como era de esperar, no exento de polémica. Todos los participantes ratificaron su apoyo al Tratado de París, comprometiéndose a rebajar emisiones de carbono hasta 2030. Sin embargo, hubo una excepción, Estados Unidos, como ya ocurriera en Buenos Aires en diciembre pasado, puesto que no firmó el comunicado.