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Marcos de Quinto, exvicepresidente ejecutivo de Coca-Cola y nuevo diputado de Ciudadanos, podría haber declarado que está en posesión de un patrimonio próximo a los 50 millones de euros. Una necesaria transparencia de la actividad pública obliga a presentar declaraciones de bienes a los políticos y altos cargos. El caso del fichaje de Albert Rivera para las pasadas elecciones, y número 2 en la lista por Madrid, es posiblemente el más llamativo.

Las noticias han puesto de relieve el patrimonio y los ingresos de los principales políticos españoles (Sánchez, Casado, Rivera o Iglesias), los cuales, en mi opinión, no parecen excesivos.

A muchos seguro que les parecerá adecuado que el caso de De Quinto sea un excepción y que lo “normal” -socialmente aceptado- es que, por ejemplo, Pedro Sánchez tenga en cuentas un saldo de algo más de cuarenta mil euros, un plan de pensiones de cien mil euros o una hipoteca de la que le quedan por pagar noventa mil euros.

Ni me dedico a la política ni aspiro a ello, pues soy profesional liberal y creo que no me podría permitir el cese en mi actividad durante cuatro años para dedicarme a lo público. En una ocasión me quejaba delante de una política sobre el bajo sueldo que se pagaba por dedicarse a la política y decía que así era más difícil atraer talento… ella, con mejor o peor criterio, me decía que la política no puede ser ni algo para hacerse rico ni solo para ricos, por lo que era normal que no se dedicara la gente que hubiera amasado un patrimonio previamente (como el caso de De Quinto). No digo que no tuviera razón…

El problema es que cuando asumes funciones más ejecutivas, como puede ser la de alcalde, concejal o miembro de un Consell, en las que el trazo fino es más importante y objetivos como el calentamiento global o conseguir la paz en el mundo te quedan más lejos, el hecho de contar con responsables políticos de nivel se hace más necesario.

Con esto no quiero decir que la política deba estar reservada a empresarios de éxito o reconocidos profesionales, lo que me vengo a referir es que si nunca has gestionado un presupuesto, pagado diez nóminas o negociado con un banco, todo te tiene que parecer más complicado. Se atribuye a Mike Tyson la frase “todo el mundo tiene un plan... hasta que te golpean en la cara”, esto hace que una cosa sea recopilar ideas y ponerte al frente para defenderlas y otra, muy distinta, aportar soluciones y ejecutarlas. Si nunca lo has hecho, en cuatro años es muy difícil aprender. En resumen, a gestionar -en política- se debe venir aprendido de casa.