El equipo de trabajo de La Hortícola Balear con Josep Maria Font Mampel (chaleco azul), dueño del negocio.

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La Hortícola Balear celebró el año pasado medio siglo de actividad continuada en Menorca desde que en 1968 abrieran la primera floristería de la ciudad en Maó. Un año antes, Josep Font Raluy había llegado a la isla para llevar a cabo un proyecto de ajardinamiento en unos nuevos hoteles que se estaban construyendo en Ciutadella.

Han pasado 50 años en los que han conseguido consolidar este negocio familiar especializado en el diseño, la creación y el mantenimiento de todo tipo de jardines, ofreciendo una larga lista de servicios complementarios, como la hidrosiembra o las podas de árboles y palmeras, entre otros. Cuentan con un Centro de Jardinería de seis mil metros cuadrados de exposición en Sant Lluís y un equipo profesional de ocho personas en temporada alta, que lidera Josep Maria Font Mampel.

ORÍGENES. La segunda generación de la familia Font está al frente del negocio desde sus inicios, pero los vínculos con la jardinería vienen de más atrás. Y es que el bisabuelo del actual propietario de La Hortícola Balear fue el responsable del césped del campo de fútbol que tuvo el Barça en el barrio de Les Corts de Barcelona, inaugurado el año 1922.

“A mi padre la vocación le viene por este bisabuelo. Inició su formación de muy joven y tuvo la inquietud de trabajar como aprendiz en Francia y en Holanda, cuna de los mejores maestros”, explica Josep Maria Font Mampel, actual propietario del negocio junto a su esposa María José Soriano Santaló.

“En una de las revistas que edita la Institució Catalana de Estudis Agraris llamada Quaderns Agraris se cita a mi padre como integrante de La Hortícola Barcelonesa, una empresa de jardinería muy activa en la capital catalana durante los años cincuenta y sesenta, que fue la responsable, entre otros, de ejecutar los famosos jardines de la Fundación Julio Muñoz Ramonet”, añade el gerente.

También trabajó para Plantarium Breda, pero fue con La Hortícola Barcelonesa con la que estuvo más tiempo trabajando y, de hecho, el vínculo con Menorca se produjo cuando lo mandaron como delegado de la sociedad en 1967 para llevar a cabo unos encargos de jardinería en el hotel Los Delfines de Ciutadella y el hotel Salgar en Sant Lluís.

“Aquí empezó todo, aunque La Hortícola Balear no nacería hasta el año siguiente, en 1968, cuando decidió quedarse en la isla y abrir la primera floristería que tuvo Maó, tal y como recoge el Diario Menorca en sus páginas el 18 de marzo de aquel año. La tienda se abre en la céntrica calle Hannover y la arranca mi padre, pero enseguida será mi madre, María Mampel Vilà, la que pase a ayudarle”, apunta el gerente.

Tres años más tarde y viendo el crecimiento turístico de Menorca, Josep Font Raluy decidirá adquirir unos terrenos en el municipio de Sant Lluís para instalar lo que será un centro de jardinería que se convertirá en los primeros de Menorca en funcionar.

“Son seis mil metros cuadrados que primero utilizaba como almacén para árboles, flores y plantas y que decidió abrir también al público, viendo la demanda que había de venta de productos y accesorios para la jardinería”, comenta el gerente, que se formó en la Escuela de Jardinería Rubió i Tudurí de Barcelona, donde conoció a la que sería su esposa. “Me incorporé al negocio en 1981 tras acabar mi etapa de estudios en jardinería”, explica.

PROYECTOS. La Hortícola Balear se ha ido especializando a lo largo de los años en proyectos de jardinería privados, pero también ha hecho colaboraciones en el ámbito público para organismos como el Ajuntament de Maó o el Consell Insular de Menorca. “Recuerdo que con el alcalde Borja Carreras y los arquitectos Oriol Bohigas, Josep Martorell y David Mackay, participamos en el diseño de ajardinamiento de la cornisa marítima de Maó en un proyecto muy interesante para la ciudad”, comenta Josep Maria Font Mampel.

“Fruto de nuestra especialidad, también abordamos otros proyectos de ámbito turístico como la creación de los jardines para los hoteles Cala Galdana en su momento y más recientemente del Hotel 55 en Santo Tomás, inaugurado hace un año”, comenta. También han participado en un proyecto de limpieza forestal mediante el programa Life de restitución de terrenos que tenían un uso bovino pero que se habían abandonado.

El diseño y creación de jardines se concentra sobre todo entre febrero a junio y el resto del año llevan a cabo tareas de mantenimiento de jardines, desde la poda a cualquier necesidad, ofreciendo un servicio completo que incluso incluye el mantenimiento de piscinas.

“Primero hablamos con el cliente para que nos transmita el tipo de jardín que quiere para la casa: minimalista, romántico, mediterráneo, de poco o mucho mantenimiento... Nosotros no somos paisajistas, somos jardinistas, y aportamos nuestra experiencia”, añade.

Ofrecen también la hidrosiembra, una técnica utilizada en jardinería y restauración ambiental que consiste en la proyección de una mezcla acuosa de semillas y otros elementos sobre el terreno como fertilizantes y sustancias adherentes con medios mecánicos especializados.

LA FLORISTERÍA. Aunque ya no conservan el local original donde abrieron hace cincuenta años, ya que en 2014 tuvieron que trasladarse a la calle Infanta, La Floristería sigue fiel a sus orígenes con un amplio surtido de flores, plantas, adornos florales o semillas, entre otros.

“Con el paso de los años nos hemos especializado en flor ceremonial para boda y eventos”, explica María José Soriano. “Nos gusta aportar nuestro bagaje para ramos de novia, adornos de peinados y decoración de espacios”, concluye.