Xavi y Carlos Feliu están al frente del negocio, que ha ido creciendo año tras año desde 2003. | Can Feliu / A. G.

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Can Feliu es una simbiosis entre agricultura y turismo. Una explotación agraria que en 2004 incorporó una bodega y un agroturismo para darle una viabilidad económica al campo, que ha ido creciendo año tras año con la filosofía de brindar al turista la agricultura como experiencia.

Carlos y Xavi Feliu son dos de los hijos del farmacéutico Joan Feliu y de la doctora Juana María Román. Crecieron en Palma, pero pasaron gran parte de su infancia en la finca Son Dagueta, de 20 cuarteradas, ubicada a unos minutos de Porreres. Desde 1998 producían con el sello de agricultura ecológica por convicción personal. Tras la muerte de su padre, se plantearon las opciones que tenían para darle una viabilidad a la finca y optaron por hacer un agroturismo en 2004.

En paralelo pusieron en marcha también la bodega Can Feliu casi por casualidad. En 2003 hubo excedente de uva y ante la imposibilidad de vender la producción como hacían cada año, decidieron hacer su propio vino.

Carlos Feliu, con estudios de ingeniería agrícola en Lleida y un máster en enología, ha estado al frente del proyecto desde el primer momento. Hace tres años se incorporó en la administración Xavi, abogado y con una amplia experiencia en gestión sanitaria.
Todas las actividades de Can Feliu se complementan y retroalimentan: la bodega lleva turistas, y los visitantes que se hospedan pueden conocer la bodega y el aceite.

A su pequeño agroturismo de ocho habitaciones llegan sobre todo alemanes y suizos. También austríacos, algún americano, algún ruso y españoles. Cuenta con dos edificios y ofrece varios espacios comunes como diversos salones y una cocina que los clientes pueden utilizar a su disposición. También cuentan con árboles frutales y un huerto en el que los clientes pueden ir a recolectar.

La tranquilidad y la autenticidad del campo junto con la cercanía de la costa, a solo media hora en coche, es la combinación que buscan los turistas. “Creo que la base de nuestro éxito es la implicación personal. El cliente es un amigo que está en su casa. Nuestro milagro es que los clientes son entusiastas de lo que hacemos. La gente valora lo que hacemos, es algo que nos ha sorprendido. Pensábamos que Porreres no les gustaría porque no tiene mar, nuestra finca no es señorial... pero la conclusión es que en Mallorca tenemos cosas muy valoradas por otros que a veces nosotros mismos no valoramos. Ellos buscan lo auténtico. Aquí tenemos vacas, caballos, cerdos, gallinas, una bodega, una explotación agrícola... tenemos un servicio de alta calidad y sobre todo amabilidad. Y la gente quiere vivir esta experiencia, es lo que buscan”, señala Xavi Feliu.

El agroturismo cierra tres meses al año, un tiempo que aprovechan para hacer reformas y pensar en nuevos proyectos. Además, añade Carlos, “en una explotación agrícola hay que conservar los viñedos y los olivos, no existen las vacaciones”, recuerda con una sonrisa.
Can Feliu ofrece experiencias abiertas al público en general. Todos los viernes hacen una cata de vinos con barbacoa que ha tenido una gran acogida y los miércoles por la noche hacen paella. También tienen una carpa y el espacio acoge de manera habitual bodas y eventos de todo tipo.

LA BODEGA. Can Feliu es la única de Balears acreditada, tanto la bodega como los viñedos, con el sello Démeter de agricultura biodinámica. También cuenta con el sello CBPAE de agricultura ecológica. La bodega está abierta al público todas las tardes.

En 1999 tenían 2,5 hectáreas de viña y año tras año han ido sembrando hasta las 26 hectáreas con las que cuentan en la actualidad. En esta última campaña la producción ha sido de 70.000 litros, unas 90.000 botellas. “No invertimos en marketing. Hasta ahora hemos crecido para mejorar la calidad, y ahora estamos llegando al límite en relación a nuestra estructura”, indica Carlos Feliu.

Con la colaboración del enólogo Enric Bou, su apuesta ha sido conseguir un vino de la máxima calidad, pero arraigado a la tierra. “Hace 200 años que nuestra familia hacía vino, y sabemos que no tenemos que hacer un Ribera del Duero, tenemos que hacer un vino de Porreres y que la gente lo valore”, indica Carlos.

Xavi Feliu cuenta orgulloso que sus vinos han sido reconocidos internacionalmente: el Alè de Cabernet 2014 obtuvo la Medalla de Oro en el Concurso internacional de Bruselas 2017 y el Alè de Cabernet 2015, la medalla de plata por el vino envejecido en barrica de primer y segundo año y también la medalla de plata en tercer y cuarto año. Como curiosidad, tienen cien barricas propias de clientes que participan en la elaboración de su propio vino.

ACEITE SON NAAVA. Su último proyecto es la almazara, que han estrenado esta campaña que acaba de terminar y en la que han invertido en “la máxima tecnología que se puede comprar en el mercado para nuestra dimensión”, afirma orgulloso Carlos. Con la nueva almazara pueden controlar la temperatura y la velocidad de batido, entre otros parámetros, buscando un aceite de la máxima calidad. Comercializan el aceite con la marca Son Naava.

El futuro de Can Feliu pasa por consolidar sus últimos proyectos. “Buscar la máxima calidad” es una frase que Carlos y Xavi Feliu repiten como un mantra, con la mente abierta al futuro y con pasión por la naturaleza, el campo y su pueblo.