Noelia Márquez se muestra muy optimista sobre el futuro.

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Noelia Márquez estudió ingeniería industrial. Tiene 30 años, es de Mallorca y tiene dos hijos. Su socia Patricia Aymà es de Barcelona, tiene 25 años y es biotecnóloga. Se conocieron el año pasado durante un viaje que hicieron a Sillicon Valley por haber ganado un premio de emprendimiento. Pensaron que la idea de crear bioplásticos a partir de residuos orgánicos tenía futuro y apostaron fuerte por su proyecto, VEnvirotech. Acaban de ganar el Premio Connect’Up, organizado por Ultima Hora y patrocinado por CaixaBank, en la final del 14 de junio celebrada en Palma.

“Nos encantaría liderar el mundo de los bioplásticos, el mundo del packaging en bioplásticos y contribuir a mejorar el mundo en que vivimos”. Este es el sueño de Noelia Márquez. Por el momento, está subida a la cresta de la ola. “El Connect’Up fue el jueves y el sábado nos llamó una empresa de Málaga que gestiona los residuos de la ciudad y quieren ser testers”, explica. Su objetivo es en septiembre de 2019 haber obtenido algún producto bioplástico de valor y tener su primer cliente.

El nombre de VEnvirotech viene de biotecnología y medio ambiente, y la ‘V’ es por valorizar. Un bioplástico es “como un plástico, pero en vez de estar creado con derivados del petróleo, está creado a partir de bacterias”.

VALOR DE LA EMPRESA. La idea de negocio de esta empresa, que crearon en marzo, es gestionar los residuos orgánicos y a la vez generar valor convirtiéndolos en bioplásticos. A modo de resumen, instalan un contáiner que alberga una planta de tratamiento de los residuos con bacterias. “El cliente se pueden ahorrar entre un 40% y un 70% de los costes de gestión de los residuos orgánicos, en comparación con que venga una empresa, los cargue y te cobre por el transporte y la gestión”.

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Y además, obtienen los bioplásticos. “Algunas de las bacterias almacenan energía para sobrevivir comiéndose los residuos orgánicos. Esta energía es el bioplástico, que se asemeja al plástico pero no es tóxico, es biodegradable y es compatible con el cuerpo humano. VEnvirotech es capaz de seleccionar naturalmente las bacterias que lo producen. Esto nos permite trabajar en continuo”, indica Márquez.

De los residuos orgánicos tratados con las bacterias se obtiene agua que se puede tirar al alcantarillado, bioplásticos -450 gramos por cada kilo de materia orgánica- y un residuo que empieza el ciclo otra vez. “Se retroalimenta todo el rato”, añade.

Estas emprendedoras acaban de firmar un convenio con la cooperativa catalana Bonàrea Agrupa, que les dejará las instalaciones, suministros y residuos necesarios para poner en marcha la primera planta industrial. Pretenden que esté construida a finales de año y durante 2018 harán pruebas para conocer los rendimientos a nivel industrial. En su equipo está Oriol Güell, doctor en polímeros, que estudia qué envases pueden fabricar a medida del cliente.

“Queremos cerrar el ciclo. Por ejemplo, un matadero no necesita el bioplástico. Se lo compraremos, y con él crearemos productos de alto valor añadido como packaging. Por otro lado, hay clientes como la cooperativa Bonàrea, que vende carne envasada y está comprando los envases. Entonces, de sus propios residuos podrían crear sus envases”.

Noelia Márquez está entusiasmada y considera que el futuro “solo puede ser mejor”. Dice que les ha venido “todo rodado”, pero que el premio “no ha caído del cielo”. Insiste en que el momento es oportuno: “Se habla de los plásticos en el mar, el Govern prohibirá los de un solo uso en 2020, y si lo juntas con el problema de los residuos orgánicos, tienes el momento exacto para hacerlo”.