Joan Bustamante, en el centro de la imagen, es el director. En la actualidad forma a 21 alumnos.

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Conocido popularmente como Sa Granja, el Centro de Capacitación y Experiencias Agrarias de Maó es todo un referente a nivel insular en innovación agraria y en formación profesional de los jóvenes que quieren incorporarse a la actividad agraria. Un espacio de nueve hectáreas ubicado en las inmediaciones del parque de s’Albufera d’Es Grau y treinta más, dentro del mismo, pertenecientes a Milà Nou, cuyos objetivos persiguen impulsar las actividades del campo en todos los ámbitos, así como favorecer la experimentación y la divulgación agraria.

Un centro único por sus características a nivel balear que nació como escuela de los payeses donde realizar todo tipo de ensayos agropecuarios y que desde 1972 es también escuela para los payeses, convertido en centro de formación profesional. Capacitación, experimentación, divulgación y asesoramiento son las cuatro áreas en las que está estructurada Sa Granja, que desde el año 2000 es competencia exclusiva del Consell Insular de Menorca.

ORÍGENES. No cabe duda que la historia de Sa Granja ha sido la historia del campo de Menorca. La donación de unos terrenos de unos particulares al Ajuntament de Maó que, a su vez, entregó al Ministerio de Fomento de la época, fue el desencadenante que dio origen este gran proyecto.

La cesión formal se firmó el 4 de abril de 1922 cuando, mediante escritura pública, se conminó a que el edificio se destinara a estación de agricultura, a disposición exclusiva del Estado mientras se mantuviera abierto el centro agrícola creado. Durante la primera etapa desde su fundación hasta la década de los cincuenta, coincidiendo con la época cerealista de Menorca, el centro se dedicó a la mejora del cultivo de cereales, sobre todo trigo, probando de experimentar a través de métodos ancestrales e introduciendo nuevas variedades.

Posteriormente, cuando la isla empezó a desarrollar la ganadería, en Sa Granja fueron conscientes del cambio que se estaba produciendo y se empezaron a volcar en la mejora de los cultivos de forrajes, realizando distintos estudios y ensayos así como pruebas para la mejora de la cabaña.

“Se llevaron a cabo cruces de bueyes de raza pardo alpina con vaca menorquina, así como la introducción de ganado de raza frisona. En 1955 se realizó la primera inseminación artificial por el veterinario Josep Capellà, aunque esta práctica no se generalizaría hasta 1970, y en 1957 se realiza el primer ensilaje de forrajes”, tal y como explica Joan Bustamante, director del centro desde 1993.

Siguiendo su contribución al campo menorquín, en la década de los sesenta participaron en una serie de ensayos para el desarrollo de semillas autóctonas de zulla, una planta leguminosa muy utilizada en la alimentación de ganado, así como en el desarrollo de maquinaria agrícola, facilitando, por ejemplo, que cien agricultores se pudieran sacar el carnet de tractorista. Otro de los hitos fue su apoyo al nacimiento de la Cooperativa Insular Ramadera Coinga, cuyo primer director, Guillermo de Olives, realizó el proyecto en Sa Granja.

“Fue la época en la que Menorca decidió decantarse por la producción de leche y su posterior transformación en queso, una situación que hizo que desde el centro se dedicasen esfuerzos a encontrar especies de forraje que se adaptasen a las condiciones climáticas de Menorca para ayudar a rebajar los costes de producción”, comenta Bustamante. En 1972 se introduce el cultivo del raigrás en Menorca.

ESCUELA. A principios de los años 70 se pusieron los cimientos para impulsar su vertiente como escuela de capacitación agraria y en 1972 arrancaron los cursos reglados de formación profesional agraria de primer grado. Después serían las enseñanzas de capataz y actualmente de formación profesional de grado medio. Unos estudios teóricos y prácticos cuyo material didáctico tuvo que ser confeccionado íntegramente por los mismos profesores y con los que se quería proporcionar a los futuros payeses los conocimientos y habilidades para afrontar las actividades de su profesión desde la responsabilidad, la profesionalidad y la iniciativa. Son 2.000 horas lectivas impartidas en dos años, de setiembre a junio, para cualquier persona que tenga la ESO.

Desde entonces, 914 alumnos han conseguido la titulación del Ciclo Formativo de Grado Medio de Técnico Agropecuario que proporciona Educación del Govern balear, gracias a su adscripción al Instituto Pascual Calbó de Maó. “Nuestra intención también ha sido la de proporcionar a los payeses una puesta al día en temas agrícolas o tecnológicos a través de cursos de formación o jornadas a lo largo del año”, añade Bustamante.

Este 2017 están siendo 21 alumnos los que están siguiendo las clases, que imparten tres profesores a dedicación plena más dos a tiempo parcial, que les intentan transmitir también disciplina y, sobre todo, pasión por lo que hagan. “Las generaciones actuales son vocacionales y sobre todo realistas de lo que se van encontrar. No todos vienen para enfocarse exclusivamente al mundo ganadero, porque también puede haber salida en la producción de fruta y verdura o en el mundo de los caballos”, matiza Joan Bustamante, que destaca el trato cercano que impregna el hecho de ser poca gente.

CONSULTA. En Sa Granja coinciden todos los departamentos de orientación y asesoramiento que dispone el Consell Insular de Menorca para el sector agrario. Desde inspección de pesca, sanidad vegetal, ganadería, comercialización vegetal, tramitación de ayudas para la PAC o fondos Leader, entre otros. Todos los agricultores de la isla acaban pasando un día u otro por las instalaciones para realizar trámites y, por lo tanto, los alumnos perciben cuál es la realidad con la que se encontrarán en un futuro no muy lejano.

“Cuando estoy en clase soy el profesor, pero cruzo la puerta y me convierto en técnico para resolver una duda de un payés que ha venido a Sa Granja a pedirnos consejo”, resalta Joan. “Desde aquí no solo contribuimos a una atención personal, sino que miramos de publicar y divulgar los resultados que obtenemos”, concluye.